La movilidad urbana ha sido un problema inatacable en Mérida durante las últimas décadas. Entre las dificultades que se pueden señalar, se pueden listar las siguientes:
- Un deficiente sistema de transporte público en manos de la iniciativa privada.
- Una priorización a la infraestructura de calles, carreteras y estacionamientos para vehículos privados.
- Un crecimiento desmedido en el parque vehicular con las correspondientes consecuencias de aumento de embotellamientos.
- Una expansión urbana con mala planeación y baja densidad poblacional.
- Una inequidad en la capacidad de movilidad de grupos vulnerables, y el correspondiente índice de accidentes viales, entre otros problemas que son evidentes para quienes vivimos en la zona metropolitana de Mérida.
Las ciudades en las distintas geografías del Planeta se presentan en mayor o menor medida ante un reto complejo para resolver su sistema de movilidad urbana, como se evidenció en la exposición “PASSAGES: Espacios de Transición en el Siglo XXI”, durante noviembre y diciembre de 2018, en el Museo de la Ciudad en Mérida. Esta exposición fue concebida por el Instituto para la Ciudad en Movimiento en Francia y adaptada para su presentación en Yucatán, mostrando los desafíos que presenta nuestra metrópoli en materia de movilidad. En efecto, toda propuesta deberá incluir la participación de los tres niveles de gobierno (federal, estatal y de los municipios involucrados), una contribución intersectorial (transporte, salud, ecología, economía, energía, bienestar social, legislación, etc.) y un mecanismo sólido de participación ciudadana.
En las siguientes líneas se analizarán los aspectos energéticos vinculados a la movilidad de nuestra metrópoli, con la intención de hacer evidentes los enlaces con distintos temas que parecieran a primera vista no tener ninguna relación, pero que son fundamentales para encontrar las mejores opciones de desarrollo sostenible siguiendo los objetivos de la Agenda 2030 que propone la Organización de las Naciones Unidas. Comencemos diciendo que, a nivel nacional, el sector energético está a cargo de la federación y que casi la mitad del consumo energético está relacionado con el sector transporte. A su vez, la energía utilizada en el transporte proviene prácticamente en su totalidad de los combustibles fósiles (gasolina y diésel), lo que tiene un lazo directo con la generación masiva de dióxido de carbono (el gas de efecto invernadero que está directamente vinculado al cambio climático). Las emisiones de los automotores también están ligadas a efectos en la salud por sustancias que se concentran en las ciudades y son responsables de problemas respiratorios o incluso cancerígenos, como es el caso del diésel.
Mérida está conectada con el resto del país y del mundo por medio de carreteras, un aeropuerto, vías férreas de carga comercial y, de manera indirecta, a través del puerto de Progreso. Recientemente, el ejecutivo federal ha impulsado un proyecto ferroviario importante que enlazaría distintos puntos del sureste mexicano, incluyendo el tren peninsular y el tren transístmico, siendo la capital de Yucatán una de las ciudades involucradas en la ruta planeada. No sólo los habitantes se conectan a través de esta red de transportes, sino un creciente flujo de productos comerciales; siendo esto posible debido a la disponibilidad de combustibles de bajo costo. Asimismo, habría que considerar el impacto de las emisiones en el calentamiento global del Planeta. ¡He atestiguado la ineficiencia del flujo de productos locales para su distribución en la ciudad, en contraparte a una agresiva invasión de productos globales en el mercado local!
El uso de sistemas eléctricos de movilidad no abona por lo pronto a la disminución de las emisiones por el sector transporte. Además de ser caros y poco accesibles al gran público, alrededor del 80 % de la electricidad en México proviene también de combustibles fósiles. Aunque en Yucatán comienza a generarse electricidad con energía solar y eólica, los grandes parques de infraestructura involucran efectos socioambientales a nivel regional, lo que tampoco propicia el desarrollo sostenible. Se necesita impulsar un modelo de transición energética basado en la generación distribuida, donde los ciudadanos pudiéramos buscar la autosuficiencia establecida en fuentes alternativas de energía, incluyendo la biomasa.
Sin embargo, nuestra demanda energética no podrá ser satisfecha por fuentes alternativas si seguimos obedeciendo a una economía del derroche. La oferta de un sistema de transporte público económico, eficiente y descarbonizado, con un enfoque multimodal que privilegie a los peatones y al uso de transportes basados en la energía humana (la bicicleta, la patineta, los patines, etc.); restringiendo el uso de automotores privados, es la única solución posible para hacer sostenible la movilidad de Mérida. En efecto, la energía humana necesita revalorizarse, pues tiene ventajas socioambientales y de salud que no deberíamos menospreciar.
Rodrigo T. Patiño Díaz
Químico por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Doctor en Ciencias por el Departamento de Química del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav). Investigador titular de la Unidad Mérida del Cinvestav. Es especialista en temas de energía, y se interesa por el trabajo interdisciplinario y la divulgación de la ciencia.
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