Puerto Progreso: ¿un modelo para desarmar?

Oct 22, 2019 | Artículos, Zona Urbana

Esta ciudad es considerada parte esencial de la economía de la zona metropolitana de Mérida. Su función portuaria en el origen de su fundación se fue complementando con otras, hasta ser hoy en día un enclave turístico, pesquero y residencial sin el cual Mérida estaría económicamente coja. Sin embargo, este desarrollo se ha dado en medio de tantas contradicciones y distorsiones que las políticas públicas actuales no saben cómo enfrentarlas. Recientemente, la responsable estatal de turismo llegó al grado de declarar en conferencia de prensa que este puerto convendría desarmarlo y rehacerlo de nuevo. En medio de la estridencia mediática desatada, no le faltaba razón. Progreso evolucionó históricamente entre tumbos, retrocesos y graves limitaciones; perpetuamente aprisionado en una estrecha franja de tierra firme y sometido a poderes locales que lo han considerado siempre un botín.

Después de la debacle henequenera y la consecuente caída de las exportaciones y del movimiento portuario, Progreso fue recuperándose de una siesta de tres décadas gracias a la pesca de altura y el turismo veraniego. Recientemente, la modernización de instalaciones portuarias y la reinserción de la zona metropolitana en la economía mundial, dieron otro empujón a este renacimiento de Progreso, mismo que se reflejó en su recuperación demográfica y en el crecimiento urbano de la ciudad y sus comisarías conurbadas.

Al día de hoy, en medio de las disputas que se dan por el modelo de desarrollo a seguir, las distorsiones de carácter urbano saltan a la vista sin que se conozca algún plan o proyecto de ciudad para enfrentarlas. Se acentúan la fuerte carencia de suelo urbanizable para vivienda media y social, las invasiones de la ciénaga por vivienda precaria, la especulación del suelo entre Yucalpetén y Chelem, el fracaso de la reubicación en Flamboyanes, los cortes de energía por falta del pago municipal, la crisis en el abasto de agua potable y la recolección de basura, el deficiente sistema catastral y los abusos en el uso del suelo en las zonas del malecón y el centro comercial (donde los intereses que medran del turismo de cruceros han deformado el paisaje playero y la imagen urbana), y, a su vez, han complicado en extremo la funcionalidad vial.

(Imagen: Sipse)

Ante todo esto y frente a hechos y tendencias amenazantes como la cancelación del megaproyecto federal de Zona Económica Especial, y el agotamiento de recursos pesqueros, cabe preguntarse: ¿es posible todavía reencauzar el desarrollo urbano de Progreso hacia una ciudad más ordenada, más segura, más justa en términos de vivienda? En lo personal, pienso que todavía pueden subirse a la agenda de la competitividad y los rankings internacionales por los que se desviven los alcaldes de hoy; hay temas por resolver como el del suelo urbano para los más pobres, el rechazo a la privatización de espacios públicos como las playas, la promoción de vivienda social tipo Infonavit, el cobro efectivo de agua potable y prediales a las propiedades veraniegas evasoras, la mejoría del transporte urbano, la atención a zonas urbanas críticas como Flamboyanes y Nuevo Yucalpetén, la dotación de equipamiento urbano y espacios públicos a las comisarías de Chuburná, Chelem y Chicxulub, etc. Todo esto puede lograrse con una mayor generosidad con miras en el diseño de las políticas públicas municipales, con planes urbanos que vean más allá del desarrollo inmobiliario costero y el marketing del malecón.

¡Claro!, para esto se necesita de planeación urbana comprometida con todos, no al estilo de los planes urbanos de Mérida, que uno tras otro se someten a las exigencias del gran capital inmobiliario, mientras se disfrazan de sostenibles y participativos. En conclusión, Progreso puede recuperar su calidad urbana si desmonta y reconstruye su andamiaje político-institucional y redirige el desarrollo urbano con criterios más democráticos.

 

*Portada e imágenes: Nayeli González Muñoz. Instagram: @yelitaz9

Jorge Bolio Osés

Jorge Bolio Osés

Sociólogo por la UNAM y Maestro en Arquitectura por la UADY. Fue Director del Instituto Nacional de Antropología e Historia de Yucatán y Director Académico del CICY.

E-mail: bolicho@hotmail.com

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