Las ciudades son el motor de la economía moderna.
Si algo nos enseñó la pandemia por coronavirus, en términos económicos, es que nuestras ciudades deben tener un crecimiento ordenado, un desarrollo que promueva la prosperidad, y la capacidad productiva y de servicios para mantener el funcionamiento de las actividades cotidianas.
Mérida, el centro urbano más importante del sureste mexicano, ha recuperado poco a poco los niveles de actividad económica vistos antes de la pandemia.
Durante el segundo trimestre del año, la economía yucateca creció 26% como resultado de la reactivación económica posterior a la cuarentena por el COVID-19. El sector del comercio y servicios creció 22%, el sector agropecuario 9% y el sector industrial 44%.
Pero garantizar que el flujo de inversiones y la actividad económica no disminuya depende, no solamente de mantener las condiciones que han hecho que la Zona Metropolitana de Mérida sea atractiva, sino de generar una mayor competitividad que extienda los beneficios a otras zonas del estado. También depende de que nos preparemos para la nueva realidad productiva global.
Mérida y Yucatán, ¿hay boom económico?
Existen muchas opiniones de que nuestra ciudad y nuestro estado están viviendo un “boom” económico, pero no es válido quedarnos con esa impresión. Menos aún cuando consideramos que estas nuevas inversiones no están per- meando a todos los niveles y regiones de Mérida y Yucatán.
Necesitamos acciones estructurales que permitan, por un lado, consolidar las condiciones que hasta ahora tienen un efecto positivo en la atracción e interés de inversiones y, por otro, provocar un cambio de paradigma urbano, económico y social a lo largo de toda Mérida y todo Yucatán, que nos impulse a nuevos escenarios de la economía moderna y con más beneficios para todos los sectores de la población.
Áreas fundamentales para apuntalar la economía.
Considero que hay cinco áreas fundamentales para apuntalar la economía local: en primer lugar, contar con una plataforma logística; en segundo, apostar por la digitalización; en tercero, que la actividad turística eleve la calidad de sus servicios; cuarto, una más diversificada matriz energética; y finalmente, que la actividad económica esté protegida por una perspectiva ambiental.
Las ciudades que logran desarrollarse como plataforma logística, son ciudades exitosas y de mejores empleos.
Por muchos años se han hecho diagnósticos y propuestas que indican que Yucatán tiene una excelente ubicación geográfica. Que su posición intermedia entre la costa sur y este de Estados Unidos, el Caribe, Centro y Sudamérica, debería ser una condición que lo hiciera un territorio principal en las rutas comerciales. Alrededor de nosotros, a tan solo 2 horas de vuelo, se encuentra un mercado de 250 millones de personas.
Pero esta simple posición geográfica no es suficiente sin infraestructura competitiva. Infraestructura a la cual se le debe sumar el talento que ya existe y el que se está formando en las aulas universitarias y técnicas.
¿Cómo conectarnos y ser una plataforma logística global? Tenemos un aeropuerto internacional en Chichén Itzá, que operamos desde CICLO, bajo la modalidad de nicho especializado en carga, turismo de segmentos y servicios aeronáuticos, listo para ser un pivote de la zona oriente del estado. Además, ya contamos con el Puerto de Altura en Progreso, de una vital importancia para la economía estatal, pero que requiere ampliar su capacidad para recibir barcos de mayor calado.
Por la vía terrestre, actualmente nos conectamos hacia el resto del país y las zonas turísticas de Quintana Roo por medio de carretera. Próximamente, estos mismos destinos estarán conectados por el Tren Maya, abriendo una nueva opción para el tránsito de pasajeros y carga.
Desde nuestra perspectiva, esta infraestructura toma un valor mayor al concentrarse en una plataforma logística que permita que las operaciones de distribución, intercambio y producción de mercancías se realicen de un modo más eficiente tanto desde el punto de vista industrial como urbano.
Sobre esto último, hay que tener en cuenta que las grandes cadenas globales de producción, o la entrega de paquetería casa por casa derivada del comercio digital, por ejemplo, necesitan de una plataforma logística intermodal de nueva generación.
En este punto, también vemos como una gran oportunidad reubicar el aeropuerto de Mérida. Conectar la vía aérea con el resto de las modalidades de transporte potencializará la competitividad de la ciudad, a la vez que creará el escenario para cumplir un viejo anhelo ciudadano: eliminar los obstáculos que impiden mejor calidad de vida, movilidad y economía en el sur de la ciudad de Mérida.
Apostar por la digitalización para elevar la competitividad del territorio.
Si la infraestructura logística intermodal es determinante para elevar la competitividad del territorio, la digitalización jugará un papel aún más importante. La propia pandemia nos certificó que muchas actividades cotidianas, como trabajar en una oficina, vender alimentos o interactuar en familia, se pueden hacer mediante algún dispositivo o aplicación digital.
En Yucatán se ha logrado conformar un ecosistema que nos aliente a ser un actor preponderante en la economía digital. Empresas yucatecas compiten en este sector y hay miles de jóvenes que se están formando en ciencias de datos, robótica, matemáticas, sistemas computacionales, diseño digital, entre otros.
Si realmente pretendemos tener una relevancia duradera, tenemos que impulsar la digitalización. Si pretendemos que nuestras ciudades sean inteligentes, apostemos porque las ciudades cuenten con infraestructura de conectividad 5g; si lo queremos es que los jóvenes tengan empleos de mayor valor, dotémoslos de las habilidades, conocimientos y recursos para el emprendimiento digital que exige un mundo hiperconectado; si aspiramos a que las empresas incrementen sus ingresos, atrevámonos a expandir el uso de herramientas y servicios digitales.
Elevar la calidad de los servicios turísticos.
El tercer reto que tenemos es el de elevar la calidad de los servicios, en particular los turísticos. Yucatán y Mérida tienen un sólido sector de comercio, restaurantes y hoteles. Y no falta dar más detalles de los atractivos culturales, arqueológicos y naturales que hacen que nuestro territorio sea atractivo para visitar.
En los últimos años se han agregado un gran número de habitaciones hoteleras a la oferta estatal. En 2015, había 12,400 habitaciones, hasta septiembre de 2021, ya operan 15,200. En pocos años, la oferta se ha incrementado en 22% y la tendencia es que seguirá creciendo.
No cabe duda que Mérida y todo el estado son destinos que generan interés para visitar turísticamente o realizar negocios. En ese sentido, a la par de que los servicios de hotelería se sigan expandiendo, debemos procurar que el resto de la cadena de los servicios turísticos también asuman una lógica de valor.
El reciente Tianguis Turístico demostró que Yucatán puede ser una potencia. Por nuestra parte, apuntamos a que la zona que comprende el Sitio Arqueológico de Chichén Itzá cuente con un complejo hotelero y de entretenimiento que lo convierta en un destino global. Chichén Itzá es una maravilla del mundo moderno, ahora también debe ser un factor para que la atracción de cerca de 3 millones de personas que lo visitan anualmente, sean empleos de calidad y nuevas oportunidades de desarrollo para una de las regiones de mayor pobreza del estado.
Diversificar la matriz energética de Yucatán.
Ahora bien, a pesar de que en Yucatán existen plantas eléctricas o complejos solares y eólicos, nuestra realidad es deficitaria en materia energética. Esto se refleja en la falta de energía para soportar ciertos procesos productivos o en los precios para hogares y comercios.
En ese sentido, es necesario que se resuelva la falta de suministro de gas natural, la instalación de nuevas centrales de generación eléctrica y consolidar los proyectos de energía renovable. Sin embargo, es aún más importante apostar por una nueva matriz energética.
La legislación, las políticas públicas, las inversiones, la investigación, deben voltear hacia fuentes de energía con menor impacto ambiental como son bio combustibles bajos en carbono –provenientes incluso de los residuos sólidos–, ampliar la capacidad de uso de fuentes renovables y, desde luego, modificar los hábitos de consumo.
El reto energético requiere soluciones ahora y otras a largo plazo. Un cambio de paradigma. En la medida que se logren estas soluciones nos expandirá, no sólo las opciones, sino también ser conscientes de cómo hacer un uso más responsable.
Indispensable el desarrollo con perspectiva ambiental.
Cualquier esfuerzo económico tiene que estar acompañado de una perspectiva ambiental. Es la gran encrucijada. Hasta ahora hemos hablado de infraestructura logística, digitalización y servicios de valor. En cada uno de ellos, debe prevalecer cómo reducir los impactos ambientales y enfrentar el cambio climático.
Lo fundamental es comprender que hacer negocios no es contrario a la sustentabilidad. Al contrario, desde una perspectiva meramente económica, las empresas dedicadas a servicios ambientales o con este enfoque están generando empleos y mayor valor.
Tan solo pongamos como ejemplo que las empresas con mayor capitalización en bolsa de valores, son las que están innovando en la electrificación del sector automotriz.
Sobre el tema de movilidad, se requieren soluciones para transporte público y privado, no motorizado y motorizado, que alienten una vida cotidiana fluida, eleven la calidad de vida de miles de personas, gran parte de ellos trabajadores que se desplazan a sus centros laborales; así como hacer compatible una visión integral de estrategias urbanas y económicas. Estamos ante el riesgo de que nuestra ciudad colapse en términos viales y de transporte.
Además, las empresas debemos asumir que es una inversión positiva reducir el consumo energético, promover el tratamiento de aguas o la gestión de residuos. Es positivo para la actividad productiva, pero también un aspecto que los consumidores aprecian.
Yucatán, como muchos otros territorios, está sujeto a grandes amenazas por el cambio climático. Aún tenemos muchos retos que cubrir para que nuestra población tenga mejores condiciones de vida. Por ello, el reto de nuestro crecimiento económico es que se realice con una perspectiva ambiental.
Conclusiones
Evidentemente, existen otros retos o estrategias que puedan tener un efecto para la activación económica. Sin embargo, los cinco que se comentan en este espacio tienen la característica de hacer más dinámica la cadena productiva local. Una tienda de abarrotes en la esquina de una colonia, se beneficia de que los productos sean surtidos de manera más eficiente, de contar con cobro digital, de que un turista le consuma, tenga acceso a energía más estable o valorizar los residuos generados.
En resumen, si nuestro objetivo es que la economía de Yucatán y de Mérida sean más prósperas, la transformación estructural se basa en pasar de la ubicación privilegiada, a una plataforma logística global; de una economía madura, a una que se atreva a innovar digitalmente; de ser un territorio atractivo turísticamente, a un destino de alto valor; del déficit energético, a una matriz energética diversificada; de un crecimiento inercial, a un desarrollo sustentable.
«Hay cinco áreas fundamentales para apuntalar la economía local: en primer lugar, contar con una plataforma logística; en segundo, apostar por la digitalización; en tercero, que la actividad turística eleve la calidad de sus servicios; cuarto, una más diversificada matriz energética; y finalmente, que la actividad económica esté protegida por una perspectiva ambiental».
José Antonio Loret de Mola Gómory
Director General de Ciclo Corporativo.
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