Mérida: el mito de la seguridad urbana

Jun 30, 2022 | Artículos, Zona Urbana

Movilidad en Mérida

Parece que todos sabemos en qué consiste la seguridad urbana. En un primer momento pensamos sobre todo en la capacidad de circular con tranquilidad por las calles, sin ser sujeto a robos o ataques. Y extendemos esta seguridad a nuestras casas. A lo largo del siglo XXI, Mérida se ha mantenido entre las ciudades del país con los mejores índices de seguridad. En varios de estos años se le ha considerado como la ciudad más segura de México. A esta seguridad se le atribuye el hecho de que, del año 2015 a la fecha, tengamos los ritmos de inmigración nacional más altos de toda la historia de la ciudad, con los efectos de incremento explosivo en la demanda de espacio y vivienda. Pero hay que señalar cuatro elementos importantes antes de repetir esta afirmación con ingenuidad.

Cuatro elementos para comprender el mito de la seguridad urbana en Mérida

El primero es el efecto comparativo. En efecto, según el año que tomemos desde que inició este siglo, Mérida se ha ubicado entre las primeras diez, cinco o incluso en el primer lugar del ranking nacional de ciudades seguras, es indudable. Pero esto no significa que Mérida no se esté volviendo insegura, significa que lo está haciendo en mucha menor medida que otras ciudades de México. Si consideramos que más de la mitad de las ciudades capitales del total de entidades de México tienen tasas de inseguridad, violencia y asesinatos similares a los de un país en guerra civil, la inseguridad de Mérida resulta risible, pero es muy peligroso confiarnos en este efecto comparativo, pues estamos hablando de un país que se va a dormir con más de cien asesinatos diarios, todos los días del año. Un México que, en los primeros tres años de este régimen, acumula más de 110,000 muertos y que, en su tercera parte, es controlado por el crimen organizado en una espiral de violencia que se extiende ya a quince años… y que sólo ha aumentado.

En ese sentido, Mérida es segura por contraste. La manera correcta de comprender el fenómeno inmigratorio en la ciudad es que, aquellos que pueden, migran hacia Mérida porque sus ciudades se han vuelto inseguras e invivibles, es decir, más por razones de expulsión que por las de atracción, y son mejor comprendidos social y sicológicamente como refugiados de una guerra, que como inmigrantes deseosos de conocer o colonizar nuevos territorios.

El segundo elemento a considerar, es que no deja de ser una falacia que Mérida sea totalmente segura. Si comparamos la ciudad respecto a sí misma, en especial si hacemos gráficas por delito desde el año dos mil hasta el presente –lo que no haremos aquí por falta de espacio–, podremos ver que, si bien algunos delitos retroceden en algún año en particular mientras otros avanzan en un porcentaje mayúsculo en otros años para luego permanecer estáticos y moverse con lentitud, la tendencia en el mediano plazo ha sido al incremento de los delitos en promedio anual por habitante. Es decir, que las condiciones que favorecían la seguridad en el pasado no han permanecido estáticas y se deterioran, aunque sea lentamente… aún.

Por otro lado, Mérida ha sido siempre más segura que otras ciudades, en términos comparativos, sólo en lo que respecta a crímenes del fuero federal, en especial los relacionados con el crimen organizado. Pero los delitos ubicados como del fuero común: toda clase de riñas, robos, estafas y fraudes, siempre han estado presentes en Mérida de manera bastante acentuada. Son delitos que, a diferencia de los cometidos por el crimen organizado, se vinculan con mayor fuerza a la pobreza, la marginalidad y el consumo de alcohol y drogas. Son los delitos que comete el crimen desorganizado.

El tercer elemento a considerar son las cifras. Más del 80 por ciento de los delitos se cometen en la zona metropolitana de Mérida. Sin entrar a detalle, analizando estos municipios y utilizando la información para todo el estado de Yucatán, podemos observar lo que está sucediendo si comparamos los años 2020 con 2021. En el año 2020, en Yucatán hubo 153 homicidios. En el 2021 hubo 223, un incremento de más de un 25%. Aunque hay que señalar que el mayor aumento fue en homicidios culposos y no dolosos (lo que el público conoce como asesinato), es evidente que el homicidio en sí aumenta mucho la inseguridad pública, tanto en la realidad como en la percepción social. Entre ambos años aumentó también la violencia familiar (de 726 a 875 casos); el fraude (de 423 a 429); el narcomenudeo (de 165 a 204); la violación simple (de 35 a 38); las lesiones (de 264 a 267); aunque hay que decir que otros delitos disminuyeron levemente, como el robo, la violencia familiar y, dentro de los homicidios, los dolosos.

Por supuesto que estas cifras, como en todo México, deben ser tomadas como simples indicadores de las tendencias en el comportamiento delictivo, pues más del 90 por ciento de los delitos no son denunciados. Es decir que, excepto en el caso de las muertes, que son difíciles de ocultar, las cifras de los otros delitos deben de estar reflejando sólo el 10 por ciento de la incidencia real de lo que está sucediendo en Yucatán y en Mérida.

El cuarto elemento es la desigualdad social, a la que en términos espaciales debemos ubicar en dos sentidos. El primero es que Mérida no es uniforme, sino que la ciudad encubre diversas ciudades. En las colonias de clase media y alta los delitos se viven y se sienten de una manera, son más seguras, pero la inseguridad se multiplica en las colonias más pobres; no tanto en las tradicionales a las que se denomina de manera despectiva “el sur”, que en realidad ya son ahora colonias de clase media, sino en especial en los cientos de nuevos asentamientos y colonias a los que, por extensión simbólica, algunos llaman “el sur profundo”, aunque no estén geográficamente ubicadas allí. Hay colonias completas del “sur profundo” donde el narcomenudeo, los clandestinos y el robo a transeúntes y a casa habitación, son asuntos de todos los días. Vivir allí es vivir en otra Mérida, a la que se accede en un transporte público insuficiente y en pésimas condiciones, en las que se camina en calles oscuras y llenas de baldíos, y en las que a plena luz del día se puede ser víctima de un robo o una violación.

 Mérida: el mito de la seguridad urbana

 

Esta situación se multiplica si consideramos el conjunto de los municipios y comisarías que configuran la zona metropolitana de Mérida, en especial lugares como Kanasín y Caucel, donde la idílica seguridad de Mérida se vive más como un mito que como una realidad.

Pese a ello, repetimos, si comparamos las cifras de Mérida y Yucatán con las de los campos de batalla en que se han tornado la mitad de las ciudades del país, Mérida sigue siendo un entorno seguro que seguirá atrayendo a inmigrantes, damnificados y expulsados de las zonas de guerra urbana. Debemos hablar también de las razones y causas de esta seguridad meridana, así sea relativa, al igual que fijarnos en otros delitos y delincuentes que se han asomado a la ciudad organizados como mafia inmobiliaria, pero eso tendrá que ser motivo de otros artículos.

No deja de ser una falacia que Mérida sea totalmente segura. En el año 2020, en Yucatán hubo 153 homicidios. En el 2021 hubo 223, un incremento de más de un 25%. Entre ambos años aumentó también la violencia familiar (de 726 a 875 casos); el fraude (de 423 a 429); el narcomenudeo (de 165 a 204); la violación simple (de 35 a 38); las lesiones (de 264 a 267).

 Luis Alfonso Ramírez Carrillo

Luis Alfonso Ramírez Carrillo

Investigador y Doctor en Ciencias Sociales con especialidad en Sociología, Universidad Autónoma de Yucatán.

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