“¿Qué necesitamos para ser felices? Necesitamos caminar, igual que los pájaros necesitan volar. Rodearnos de gente, belleza y contacto con la naturaleza. Y, sobre todo, necesitamos no sentirnos excluidos, percibir cierta igualdad”. Montgomery, Charles (2023).
Vida pública en Paseo de Montejo (Archivo propio).
La ciudad de Mérida presenta condicionantes naturales adversas, como un clima caluroso y largas temporadas de lluvia, que desincentivan los recorridos peatonales, pero, también, aspectos físicos que agudizan la percepción de entorno “poco amigable”: distancias largas, ausencia de árboles y carencias en infraestructura para los peatones.
Pero ¿es realmente la ciudad un entorno hostil? ¿Por qué algunas calles se consideran ideales para “pasear” mientras otras no? ¿Qué hace falta para mejorar la experiencia peatonal?
El recorrido
Con estas preguntas en mente, se desarrolló una actividad exploratoria consistente en recorrer y contrastar 3 vialidades de la ciudad, para identificar qué elementos contribuyen a que un entorno se perciba “más amigable” para el peatón. El recorrido partió del parque “La Plancha” a lo largo del “Corredor Gastronómico” (Calle 47), hasta Paseo de Montejo, para posteriormente regresar sobre la Calle 43, similar a cualquier otra calle de la ciudad, tomando como “control” una vialidad no enfocada al turismo, que refleja una realidad más cercana al resto de la ciudad.
Croquis del recorrido realizado (Elaborado por el autor).
En esta actividad participaron 35 alumnos de segundo semestre de Arquitectura de la Universidad Modelo, de los cuales 18 fueron del sexo femenino y 17 masculino. Cada alumno contó con una ficha de Auditoría de Caminabilidad, una herramienta que permitió identificar y evaluar la existencia de factores que permiten que un espacio público sea amigable con los peatones.
Se desarrolló una actividad exploratoria consistente en recorrer y contrastar 3 vialidades de la ciudad, para identificar qué elementos contribuyen a que un entorno se perciba “más amigable” para el peatón.
La herramienta: 36 variables, organizadas en 4 categorías:
- Infraestructura y señalética: elementos que permiten al peatón cruzar las calles de forma segura, como semáforos vehiculares y peatonales, pasos peatonales, ampliaciones de banqueta, letreros de cruce peatonal y áreas de espera seguras para cruzar la calle.
- Estado de las banquetas: elementos que permiten al peatón transitar de forma cómoda, incluso platicando, en silla de ruedas o llevando una carriola. Estado físico de las banquetas, ancho y continuidad, mobiliario para descansar y elementos que den sombra.
- Velocidad y tráfico vehicular: velocidad y constancia del flujo vehicular, hostilidad de los automovilistas hacia los peatones, letreros de velocidad máxima, reductores de velocidad, bolardos que protegen al peatón, infraestructura ciclista y áreas verdes entre peatones y vehículos.
- Percepción de seguridad como peatón: valorando la experiencia individual, nivel de seguridad percibido, cantidad de gente caminando, áreas de descanso o convivencia, variedad de usos y comercios cercanos, la vida pública que se genera en el espacio.
Los resultados
De las vialidades analizadas, la calle que cuenta con mejores condiciones es Paseo de Montejo con 28.6 puntos de 36; en segundo lugar, la Calle 47 Corredor Gastronómico, con 26.3; y, de último, la Calle 43, con 8 puntos.
En todos los casos, los espacios fueron mejor puntuados por los hombres que por las mujeres.
Percepción general, puntuación máxima posible 36 puntos (Elaborado por el autor).
Comparativa de las vialidades recorridas (Elaborado por el autor con fotografías de archivo propio).
«De las vialidades analizadas, la calle que cuenta con mejores condiciones es Paseo de Montejo con 28.6 puntos de 36; en segundo lugar, la Calle 47 Corredor Gastronómico, con 26.3; y, de último, la Calle 43, con 8 puntos».
Las fotografías aportan mucho al momento de interpretar la información, en el numeral 1 y 2 podemos observar Paseo de Montejo con sus anchas banquetas y árboles frondosos que dan sombra al peatón, mobiliario de descanso con sombra, ciclovía y jardineras, que separan el área vehicular y peatonal, variedad de usos de suelo para diferentes estratos socioeconómicos (restaurantes, cafeterías, tiendas, ambulantes, hoteles, museos, entre otros) y gran diversidad de personas haciendo uso del espacio público a lo largo del día.
Algo similar se repite en el Corredor Gastronómico (3 y 4), donde vemos banquetas más angostas, pero en buen estado, bolardos que dividen el espacio vehicular, árboles en crecimiento que aún no ofrecen sombra, mobiliario de descanso en el sol, menor variedad de usos de suelo (restaurantes con perfil socioeconómico acotado), y gran cantidad de personas haciendo uso del espacio público, pero en horarios más reducidos, acorde a los giros comerciales.
En la Calle 43 (5 y 6) observamos banquetas más angostas y en mal estado, acumulación de basura y puntos ciegos, falta de arbolado urbano, locales comerciales cerrados, poca o nula actividad vecinal, carencias en la iluminación y pocas personas transitando. Estos factores orillan a los peatones a evitarla, lo que se traduce en un espacio con mayor percepción de inseguridad.
Percepción de seguridad, puntuación máxima posible 7 puntos (Elaborado por el autor).
Conclusiones
De este ejercicio destacan 2 aprendizajes, el primero: la urgencia de integrar la perspectiva de género en los análisis urbanos y en las propuestas de intervención. No podemos seguir realizando intervenciones urbanas pensando que todos los habitantes son hombres en edad productiva, de 30 años, en pleno uso de sus capacidades motrices, que se mueven en automóvil; debemos abrir el panorama y diseñar ciudades pensando en la pluralidad: diversidad de géneros, edades y capacidades físicas, diversidad de problemas, necesidades y preocupaciones; para dejar de reproducir calles enfocadas en la movilidad vehicular, que son poco atractivas para el peatón.
Y, por otro lado, retomando las palabras de Charles Montgomery, necesitamos “no sentirnos excluidos y percibir cierta igualdad” que tome en cuenta nuestra voz como ciudadanos, y lograr que las intervenciones respondan a los intereses sociales y no económicos. ¿Por qué el corredor gastronómico recibe tanta inversión, mientras otras calles de alrededor que también conectan con el Parque la Plancha no la reciben? ¿Por qué la gran mayoría de las calles de la ciudad lucen más como la calle 43, y menos como Paseo de Montejo?
Pero, sobre todo, plantearnos: ¿es realmente el clima la principal limitante de los recorridos peatonales?, o son las decisiones en infraestructura, cómo y dónde invertimos, las que hacen que manejar sea más atractivo que caminar.
El clima no lo podemos cambiar, pero las decisiones que tomamos, sí.
«Debemos abrir el panorama y diseñar ciudades pensando en la pluralidad: diversidad de géneros, edades y capacidades físicas, diversidad de problemas, necesidades y preocupaciones; para dejar de reproducir calles enfocadas en la movilidad vehicular, que son poco atractivas para el peatón».
Agradecimientos a la arquitecta Rocio Alcocer Cruz, docente de la Universidad Modelo, cuya participación fue vital. Además, a los estudiantes que registraron sus observaciones y realizaron aportaciones en clase, dando sentido a este escrito. Por último, a la Liga Peatonal, quienes proporcionaron la herramienta “Auditoría de Caminabilidad en Entornos Escolares.”