DENSIDAD URBANA Y SUSTENTABILIDAD
Del campo a la ciudad
A partir de 2009 la población mundial que habita las ciudades (población urbana) rebasó a la población del campo (población rural). Este fenómeno migratorio ha seguido y seguirá siendo tendencia en los próximos años, Edward Glaeser en su libro “El triunfo de las ciudades” sostiene que es en las ciudades en donde se han dado y se seguirán dando las oportunidades de desarrollo económico y social basadas en la diversidad de ideas, la innovación y el talento creativo que se gesta en las aglomeraciones urbanas con la convivencia, la competencia y la participación. Debemos por lo tanto reconocer que las grandes ciudades no son un mal necesario, sino un gran invento en donde se desarrollaron y se seguirán desarrollando los más grandes beneficios que ha producido la humanidad.
La ciudad es una bio-máquina ya que está formada tanto por la sociedad de personas que la habita y la vive, como por el espacio físico, natural y construido (territorio, infraestructura, edificaciones) que la contiene y le da soporte. Esto conlleva una transformación dinámica y constante como consecuencia de la misma actividad humana.
La Importancia de la Densidad Poblacional
El elemento principal en el desarrollo de lo urbano y lo humano para lograr ciudades exitosas está basado principalmente en la densidad poblacional adecuada. Esto es lo que le da viabilidad a los sistemas que la componen haciéndola verdaderamente sustentable.
De acuerdo a lo anterior, si consideramos que los modelos de baja densidad significan: el encarecimiento de los costos para proveer y mantener la infraestructura, equipamientos y servicios; mayor impacto territorial y deterioro ambiental así como; segregación y desintegración social por falta de espacios públicos y de convivencia ciudadana, entonces la realidad urbana que hoy presenta nuestra ciudad significa que estamos en el camino equivocado con un diagnóstico tipo “crónica de una muerte anunciada”.
Hoy se vuelve imperativo que la normatividad del PMDUM y la reglamentación que de ella emanan se apliquen por igual a la inversión pública y a la inversión privada. Pero lo más importante es que sean congruentes con los objetivos planteados en el mismo, ya que se puede ver con toda claridad que en todos los PDU’S las normas y reglamentos han ido en sentido contrario a los objetivos que se pretenden, provocando la ciudad dispersa y de baja densidad que hoy padecemos y que resulta incosteable para cualquier administración municipal. Esto se refleja en una disminución continua de la capacidad y calidad de los espacios públicos, la infraestructura y los servicios.
La Densidad de Mérida
Partiendo de nuestra realidad actual y de acuerdo al PMDUM (2.6 Nivel Antecedentes), el municipio históricamente ha caminado hacia una disminución significativa en la densidad poblacional y habitacional asociadas al crecimiento expansivo y disperso que arrojan en la actualidad 33.5 habitantes por hectáreas, y una densidad habitacional promedio de 20 viviendas por hectárea, mientras que documentos de diversos organismos (SEDATU, CONAVI, ONU-HÁBITAT) establecen recomendaciones de 60 a 80 Viv/ ha, lo cual sería de 216 a 288 hab/ha. Esto significa que para lograr los objetivos del PMDUM nos falta aumentar nuestra densidad poblacional en un 600% y la habitacional en un 400%, con tan amplio margen cualquier desarrollo habitacional que aumente la densidad existente debiera ser bienvenido.
Siendo estos los objetivos del PMDUM y teniendo un déficit de densidad tan grande, ¿por qué la insistencia de poner tantos obstáculos en el Nivel Normativo que impiden caminar en ese sentido? Creo que la principal razón se basa en los paradigmas sociales que son difíciles pero necesarios de cambiar, tal y como los sufrieron y los cambiaron las ciudades que hoy son exitosas y sirven de ejemplo internacional. Este fenómeno de temor al cambio y a lo nuevo siempre presente en la naturaleza humana, lleva a una oposición constante hacia cualquier acción diferente porque, “aquí no estamos acostumbrados”, “está muy bien pero aquí no funciona”, “estábamos mejor antes”, “lo quiero cerca pero no junto a mí”, “va a ocasionar mucho tráfico”, “no va a haber dónde estacionarse”. Estos razonamientos son los que, pese a los objetivos planteados y sustentados en los PMDU’S, se han aterrizado en normas contradictorias que se sustentan en paradigmas equivocados, pero socialmente aceptados sin considerar el daño que han causado y que seguirán causando a mediano y largo plazo. Tristemente sabemos lo que hay que hacer para tener una ciudad verdaderamente sustentable, pero no estamos dispuestos a pagar los costos necesarios para lograrlo. En ese sentido ¿Cuáles son los principales temas normativos que nos siguen llevando en sentido contrario?, como dicen por ahí, “de manera enunciativa más no limitativa, mencionaremos algunos que a nuestro parecer son los más significativos:
NORMAS DEL PMDUM QUE IMPIDEN UNA DENSIDAD ADECUADA PARA MÉRIDA
El tema de la infraestructura, estudios de impacto y factibilidades
La falta de recursos y capacidad de los organismos responsables de los tres niveles de gobierno ha llevado a una salida fácil creando reglamentos, trámites y hasta leyes para cargarle a los ciudadanos poco a poco y cada vez más la responsabilidad de construir, mantener y hasta operar la infraestructura que les corresponde (vialidades de ciudad, espacios públicos, plantas de tratamiento, sistemas de agua, circuitos eléctricos troncales, re-calibración de redes, sistemas de videovigilancia, semáforos, obras viales, etc.). Esto valiéndose de factibilidades, estudios de impacto y la obligación de pedirle permiso a todo mundo, lo cual no tiene sentido cuando ya se tiene un PMDUM como supuesto instrumento de planeación. Este sobre-costo que es igual dentro de la ciudad que fuera de ella y que encarece el precio final de las viviendas, convierte al valor del terreno en el principal elemento de viabilidad económica de un proyecto, por lo que se buscan terrenos más baratos alejados de la ciudad, lo que provoca la expansión y dispersión urbana que tanto criticamos.
El tema de los Niveles de Impacto habitacional
Para la gestión de los usos de suelo diferentes al habitacional, se definen en el PMDUM (5.1 Nivel Normativo) los niveles de impacto, siempre en relación con el Uso Habitacional. Los de Bajo Impacto, que son por naturaleza compatibles con el Uso Habitacional, los de Mediano Impacto, que podrían ser compatible con determinadas zonas con el cumplimiento de medidas específicas para minimizar su impacto, y los de Alto Impacto, que no podrán colindar de manera directa con casa habitación y deben ser ubicados en zonas determinadas de los Centros de Población. El parámetro entonces es el uso habitacional, por lo que no tiene sentido clasificar al uso habitacional como de bajo, mediano o alto impacto contra sí mismo, siendo aún más contradictorio cuando se está dentro del límite de densidad planteado en el PMDUM. Aún así, teniendo como uno de los objetivos principales aumentar la densidad habitacional de la ciudad, un alto impacto (por número de viviendas) sería positivo y un bajo impacto resultaría negativo.
El tema de las zonas de patrimonio cultural
La ciudad de Mérida tiene una de las tres mayores zonas decretadas como centro Histórico del país y merecería un programa parcial de centro histórico desarrollado en coordinación con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que diera mayor claridad y celeridad a las acciones que se pretendan realizar en dicha zona. Sin embargo, y por si fuera poca la superficie de este decreto, el municipio tiene una declaratoria de zonas de patrimonio cultural que al sumarla con el centro histórico abarcan casi un tercio de la superficie urbana al interior del periférico. Esta declaratoria en grandes zonas de la mancha urbana que tienen características muy distintas, (Col. México, García Ginerés, Itzimná, Jesús Carranza, y otras zonas al oriente, poniente y sur colindantes con el centro histórico) se definen de manera muy superficial y tienen un reglamento con criterios que no corresponden con las características particulares de cada zona. Al no existir, o en su caso no dar a conocer, un catálogo de valoración arquitectónica ni un mínimo de claridad normativa tanto en el PMDUM como en su propio reglamento, se ha convertido en un instrumento de prohibición, sujeto a un “dictamen de la Dirección de Desarrollo Urbano totalmente discrecional que detiene proyectos e inversiones y contradictoriamente a sus objetivos, ocasiona el abandono, deterioro y eventual pérdida del patrimonio cultural edificado que pretende resguardar. Con esta declaratoria y la falta de normatividad aplicable, se impide la regeneración urbana y la densificación en gran parte de la zona 1 (ZCO).
El tema de las Áreas sujetas a Estudios de Densificación
Este tema es quizá el que muestra con más claridad la incongruencia entre lo que se quiere y lo que se reglamenta ya que, en Nivel Normativo del PMDUM, se establece que “Todo proyecto habitacional que pretenda incrementar la densidad poblacional por encima de la densidad actual de una zona, deberá realizar un Estudio para la Identificación de Escenarios de Densificación” haciendo una distinción particular en algunas zonas ya identificadas en el análisis del propio PMDUM (Anexo E-09) como “Zonas con Susceptibilidad a Estudios de Densificación, establecidas por presentar baja densidad habitacional y poblacional”. ¿Cómo es posible que se solicite justificar lo que ya está determinado por el propio PMDUM? El argumento de la capacidad de infraestructura es equivocado, ya que el PMDUM también debe ser instrumento para que los organismos programen sus acciones y cumplan con lo que les corresponde. Siendo así, la carga de gestiones, trámites innecesarios y obras de la ciudad dirigidos a los ciudadanos, inhibe los proyectos en las zonas que se pretenden incentivar, en sentido contrario a los objetivos de la misma guía y del propio PMDUM.
Como cada vez que se pretende llevar a cabo modificaciones o un nuevo PMDU, nos llevamos meses y años poniendo bajo la lupa particularidades de un documento cada vez más extenso, complicado y tristemente ineficaz, olvidándonos de enfrentar los objetivos (la ciudad que queremos) con las normas y reglamentos (la ciudad que hacemos) para poder cambiar el rumbo de los resultados (la ciudad que tenemos). Es el Estado en sus tres niveles de Gobierno el que debe asumir la rectoría que le corresponde, sin embargo, es necesario que todos entendamos y definamos las responsabilidades de cada sector, sea público, privado, empresarial o académico, especializado o ciudadanía en general, para romper paradigmas que nos detienen, estando dispuestos a hacer lo que a cada quien le toca, asumiendo los costos y los sacrificios correspondientes que son necesarios e insalvables si queremos lograr el cambio hacia una mejor ciudad.
«Como cada vez que se pretende llevar a cabo modificaciones o un nuevo PMDU, nos llevamos meses y años poniendo bajo la lupa particularidades de un documento cada vez más extenso, complicado y tristemente ineficaz, olvidándonos de enfrentar los objetivos (la ciudad que queremos) con las normas y reglamentos (la ciudad que hacemos) para poder cambiar el rumbo de los resultados (la ciudad que tenemos)».
Ricardo Combaluzier Medina
Director Asociado de Adagio Arquitectos
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