El juego es una actividad imprescindible para el desarrollo de los niños, ya que es la forma en que comienzan a aprender del entorno, a interactuar y transformarlo haciendo uso de su imaginación. Con el juego, el niño se expresa, comunica y descubre todo lo que le rodea, contribuyendo a un buen desarrollo físico, emocional, social e intelectual.
Cada tipo de juego corresponde con una serie de habilidades, como la resolución de problemas, el pensamiento crítico y la comunicación, la colaboración o trabajo en equipo y la flexibilidad y adaptabilidad, las cuales permiten a los niños triunfar en el trabajo y en la vida diaria (IMPLAN, 2018).
Derecho al juego
El juego es un derecho fundamental de los niños; la UNESCO declara que toda sociedad que aspira al desarrollo debe conceder un lugar preponderante al juego; a nivel nacional, la CNDH establece que “niñas, niños y adolescentes tienen derecho al descanso, al esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad”.
El cumplimiento de este derecho va más allá de permitir que los niños jueguen libremente, en casa o en el exterior; es necesario que nuestras ciudades cuenten con espacios que propicien el desarrollo de actividades lúdicas que permitan desarrollar el sentido de aventura, investigación, descubrimiento, riesgo, superación de obstáculos y, por lo tanto, el sentimiento de satisfacción, frustración y emoción (Tonucci, 2005). Estas experiencias se adquieren en el espacio público.
A pesar de ello, hoy en día se ha minimizado la importancia que tienen dichas experiencias y emociones derivadas del juego (Lynch,1979); las ciudades destinan mucho más espacio a actividades productivas y de consumo, propias del mundo adulto, que a las áreas para niños; la calidad de los espacios para las infancias es inferior, su diseño se vuelve limitativo y obsoleto ante otras actividades que atraen más la atención de este grupo de la población. Se ha minimizado el papel de las actividades lúdicas en la conformación de la identidad de los futuros habitantes de nuestras ciudades; es momento de revalorizarlo.
Calidad urbana a través del juego
Existen, de acuerdo con Francisco Tonucci, tres indicadores de la calidad urbana a través del juego:
- La capacidad de los niños de salir a jugar afuera sin la compañía de sus padres.
- El tiempo disponible para el ocio.
- La existencia de lugares públicos en donde jugar.
Jugar sin la necesidad de vigilancia indica el nivel de seguridad de un barrio. Entre más segura sea un área, los niños pueden explorar por su cuenta y encontrarse con otros niños. Esto es prácticamente imposible en las ciudades modernas, que generan segregación entre sus habitantes, proyectando las viviendas y los demás usos de suelo hacia el interior, hacia lo privado, dando la espalda al espacio público. Esto tiene relación directa con la percepción de inseguridad: entre menos se conozcan los habitantes de la ciudad, menor confianza tendrán de dejar que las infancias sean libres, del mismo modo que se reducen las posibilidades de que entre vecinos consoliden redes de cuidado y vigilancia.
El segundo indicador corresponde a la cantidad de tiempo del que disponen los niños para jugar, y está directamente relacionado también al tiempo libre que tienen los padres para jugar con ellos. Se busca compensar esta falta de tiempo y atención con el uso de tecnologías como la televisión, celulares, computadoras y consolas de videojuegos, que impiden el desarrollo imaginativo de los niños, expuestos a muy temprana edad.
El tercer indicador, de la existencia de lugares públicos donde poder jugar, recalca la importancia del juego en espacios abiertos, donde los niños pueden comenzar a crearse el concepto de ciudad. Los espacios públicos, principalmente los parques, deben promover la permanencia y convivencia de los niños de diferentes edades, proveyendo de elementos físicos y simbólicos que estimulen la imaginación.
Las áreas verdes y el mobiliario de los parques se vuelven escenario para que los niños puedan escalar, subir, bajar, deslizarse, correr, saltar y columpiarse dentro de un entorno seguro y agradable (IMPLAN, 2018). Un espacio público que permite el juego y estimula la imaginación, realza el sentido de pertenencia y fortalece la identidad de la comunidad.
Mobiliario para parques infantiles
Los espacios públicos destinados a ser usados por los niños se conocen como parques infantiles, los cuales deben contar con mobiliario interesante y apto para la apropiación; por ello la elección de los juegos infantiles debe permitir los diferentes tipos de juego y el desarrollo físico, social, emocional y cognitivo de los niños a través de estímulos espaciales.
En DIHLA reconocemos el papel vital que desempeña el juego en el desarrollo de los niños, por lo que diseñamos mobiliario atractivo y confortable para las áreas de juegos infantiles en los espacios públicos. Buscamos diversión y total seguridad para los usuarios más pequeños. Nuestra gama de equipos de juegos cumple estrictamente con las especificaciones y exigencias establecidas por las regulaciones.
Contamos y aplicamos un proceso protector de los materiales, garantizando una óptima resistencia al desgaste de estos. Libre de tóxicos, pensando siempre en el bienestar de nuestros usuarios. El mobiliario que diseñamos proporciona una base sólida para la estructura del juego, pero se mantiene flexible y abstracto para la construcción de elementos imaginarios por parte de los niños.
Revalorizar el papel del juego y la existencia de áreas infantiles en los espacios públicos debe ser un punto clave en la política pública para el desarrollo. Es indispensable reconocer que la sociedad del futuro será construida por los niños del presente.