Entrevista a Mariana Alegre, directora de “Sistema Urbano”, un ecosistema latinoamericano de proyectos urbanos
“Ocupa tu Calle” metodología de urbanismo ciudadano
“Ocupa tu Calle” inició a fines del 2014, cuando Lima era sede de la COP 20 y había mayor preocupación sobre el tema de bosques, pero el tema de ciudades no estaba tan vigente en la agenda nacional. A partir de ahí, dijimos, tocaba explorar la problemática urbana, tanto a nivel ambiental como a nivel de desigualdad desde el espacio público.
Propusimos un proyecto de regeneración de espacios públicos y de creación de nuevos lugares, a través de un proceso participativo basado en datos y en evidencia, que luego se transformó en una metodología que llamamos “Urbanismo ciudadano” y, sobre la cual, hemos publicado hace un par de años un libro junto al BID(1) que se llama “El Superlibro del Urbanismo Ciudadano”. Ahí se presentan varias experiencias de la región, sobre qué y cómo hacer espacios públicos desde la gente, para la transformación de los barrios.
El espacio público, reflejo de la vida en comunidad
El espacio público es el corazón de las ciudades y de los territorios que habitamos, y uno de sus atributos es la democracia. Es un espacio democrático por naturaleza, eso significa que nos va a tratar, o nos debería de tratar, a todos por igual. Es justamente una estrategia para ecualizarnos como ciudadanos, en un contexto tan de mercado, de consumo y tan, finalmente, de clase, en donde, además, se cruzan una serie de valores y fenómenos, como el tema de migración, de racismo, o de vulnerabilidad.
Bajo esta perspectiva, el espacio público no es solo un lugar contemplativo o de recreación, nos sirve además como espacio para transitar, nos movemos ya sea usando un coche, transporte público, caminando o en bicicleta. Usamos este escenario urbano para hacer nuestra vida en comunidad; implica todo, nuestra vida acaba ocurriendo de una u otra manera en la calle y la ciudad misma, el espacio público, es el que finalmente nos contiene.
Gestión de emisiones: desafíos en el uso
El espacio público excede la funcionalidad y el uso que tradicionalmente le damos. Es decir, no es solo recreación, deporte, diversión o contemplación, es también empleo, es protesta, política y acción colectiva; incluso también es un asunto de construcción de comunidad: lugar de encuentro, lugar cultural, lugar de expresiones artísticas. Cuando aceptemos esta multifuncionalidad del espacio público como un escenario que acoge nuestra diversidad como ciudadanos y ciudadanas, vamos a poder aprovecharlo y atender mejor los problemas que genera su uso, que son lo que yo llamo, emisiones.
Por ejemplo, una emisión puede ser el ruido, la basura, la inseguridad o el desorden. Esas emisiones no son espontáneas, ocurren a partir de la manera en la que se está atendiendo y gestionando el espacio público, sea desde el estado, municipio, gobierno, o también desde el propio uso comunitario. Tenemos que aprender a gestionar esas emisiones y mitigarlas, para que eviten perjudicar al colectivo, sin que eso implique restringir el uso del espacio público con relación a la persona.
Si a mí me molesta el desorden o la basura, como es natural, me va a molestar sin importar quién la tire. No es relevante si la tira alguien migrante o alguien que es parte de la comunidad LGBTQ+. Tenemos que entender que el problema es el tirar basura, no quién la tira, y a veces eso se confunde, lo que empieza a reproducir prácticas de segregación, discriminación y rechazo, que no son nada saludables en el espacio público.
Cuando hay un contexto en el que el espacio público prohíbe y restringe, es cercado, exclusivo y, por lo tanto, es excluyente, no podemos conseguir una comunidad y una sociedad próspera.
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La importancia de los espacios compartidos
Ha habido un avance importante en reconocer el valor del espacio público, sobre todo en pandemia. Acuérdense cómo extrañábamos salir a la calle, la gente decía “quiero estar en el bus, no me importa que me aprieten; quiero estar en el paradero; quiero estar en la avenida que está en el parque…”
Justamente esa concepción de que el espacio público es valioso, importante y necesario, se refleja luego, no solamente en propuestas políticas, sino también en obras concretas, y se empieza a reflejar en instrumentos jurídicos y de política pública.
(1) Banco Interamericano de Desarrollo.