El quehacer de los museos en el boom turístico

El Louvre, en París; el Museo Nacional de Antropología (MNA), en la Ciudad de México; e incluso el Palacio Cantón, de la capital yucateca, son todos espacios que, durante la última década, se han convertido en referentes culturales icónicos debido al aumento en el número de turistas que los visitan. Desde el boom de las redes sociales, estos recintos han ganado una popularidad nunca antes vista a través de una interminable cantidad de fotos en Insta y videos en TikTok, que han permitido acercar sus acervos a todo el orbe y los han vuelto una prioridad para los trotamundos.

Sin embargo, aunque podría parecer que el balance de la turistificación es netamente positivo para el sector museístico, no todos los integrantes de este segmento están de acuerdo con sus supuestos beneficios, pues hay quienes aseguran que, lejos de ayudar, lo que la popularidad realmente hace es alejar a los recintos de sus objetivos reales. El reciente cierre del Louvre, precisamente por una huelga derivada del exceso de visitantes, parece apoyar dicha idea. Los trabajadores del lugar señalaron que dejaban sus puestos porque “si ya no podían proteger al exagerado número de personas que acudían al espacio, mucho menos a las pinturas”.

Para el director del Palacio Cantón, Bernardo Sarvide Primo, la turistificación cultural, así como la problemática que resulta de la relación entre los viajeros y los museos, son temas complejos porque “las lógicas de ambos sectores son diferentes, pero se tocan, y lo que debería haber es un mejor diálogo entre ambos”.

En una entrevista realizada desde dicho museo anclado en la capital yucateca, el también arquitecto asegura que, para él, la discusión debería girar en torno a la labor de los museos y los motivos por los que dichos espacios fueron creados, porque “aunque estos se hayan convertido en atractivos turísticos por excelencia, existen razones específicas por las que los recintos culturales fueron concebidos, y éstas no deberían cambiar por los intereses de los viajeros”.

Conocimiento, al alcance de todos

Sarvide utiliza una curiosa analogía para explicar la función de los museos en la actualidad: “si estos espacios fueran un libro, serían uno de fotos; puedes comprar un ejemplar de estos y sólo mirar sus imágenes. También puedes analizar cada una de éstas a detalle, leyendo los textos que las acompañan para entenderlas mejor; puedes mirarlo una vez y guardarlo, o puedes regresar a él cada vez que te den ganas de ver tu foto favorita. Lo mismo sucede con los museos, cada quien puede tener la experiencia del espacio que prefiera, pero la idea es que siempre se vayan con algo nuevo después de visitarlos”.

El director del museo capitalino, asegura que es importante tener lo anterior en cuenta porque, en sus palabras, “el objetivo primordial de los museos es y siempre será el conocimiento”. Espacios como el Palacio Cantón fungen como guardianes del saber científico, pero también como sus traductores, pues permiten acercar a las personas, a través de un lenguaje “amable y ameno”, la información que resguardan en sus colecciones y bodegas.

“Nadie acude a un museo para volverse un experto en la temática expuesta; y en realidad tampoco ese es el objetivo que tenemos en mente a la hora de montar nuestras exhibiciones. La idea de cualquier recinto es que los visitantes disfruten del saber a través de su recorrido, pues un museo te permite interactuar directamente con la historia, el arte o la ciencia a través de elementos físicos y tangibles: puedes ver una vasija de miles de años o una partitura histórica y maravillarte con su contexto, sin la necesidad de un expertise previo en la materia para poder disfrutarlos”, comparte el arquitecto.

Convivencia, no competencia

El director del Palacio Cantón subraya que, lejos de generar una problemática intersectorial irreconciliable, el hecho de que los museos tengan un objetivo primordialmente científico puede servir como un punto de partida para ligar los intereses de los ámbitos en pugna —turístico y cultural—, a través de una correcta promoción del patrimonio exhibido en los distintos espacios que pueda generar conjuntamente visitas más conscientes y respetuosas, así como ganancias económicas para todos los sectores.

“Creo que la respuesta a la turistificación está en generar un mejor diálogo con los viajeros para que la promoción a los centros culturales no se quede en un ámbito superficial, y que el objetivo académico de estos pueda trascender de mejor manera entre los visitantes. A través de una mejor y más cercana relación, podemos construir procesos que puedan transformar el conocimiento museístico en un nuevo atractivo turístico”, señala.

Sarvide menciona que un claro ejemplo de esta propuesta es el mismo Palacio Cantón, pues “muchos visitantes acuden al recinto porque, al caminar sobre Paseo de Montejo, ven el edificio y se interesan por él, así que ingresan buscando más información. Nosotros tratamos de que ese interés turístico superficial se convierta en un conocimiento de nuestro acervo, al generar exhibiciones que los hagan quedarse más tiempo y conocer un poco más del patrimonio arqueológico local”.

Hugo I. Castillo Herrera
Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad Modelo. Periodista, docente e investigador independiente. Sus líneas de trabajo son los conflictos globales, las ideologías político-sociales de los grupos armados y la relación entre la cultura y el Estado.