Mérida tiene un Programa Municipal de Desarrollo Urbano que medianamente funciona, por decirlo de la mejor manera, pues no cuenta con las herramientas y disposiciones suficientes para responder a las diversas situaciones y a la realidad actual de la ciudad. Es incapaz de satisfacer las necesidades y requerimientos, tanto de los desarrolladores en específico, como de los habitantes en general.
La necesidad de actualizar constantemente los programas urbanos
Los instrumentos de planeación, como los programas de desarrollo urbano, deben de ser, necesariamente, dinámicos. Cada cierto tiempo hay que actualizarlos, tomando en cuenta lo que está sucediendo en la ciudad, el comportamiento urbano, los cambios de uso de suelo y las políticas públicas sobre el modelo de ciudades, del propio Gobierno.
El Gobierno actual, por ejemplo, está haciendo obras de mucho impacto en la ciudad capital y en algunos municipios de Yucatán. Las zonas en torno a sus obras de vialidad evolucionan, y el PMDU debe de considerar este impacto, incorporarlo y atenderlo de manera adecuada con las metodologías establecidas en ingeniería de tránsito.
El Programa Municipal de Desarrollo Urbano se tiene que actualizar tomando en consideración todo lo anterior. Si bien no dio tiempo en la última administración municipal, es un tema que debe de atender la que está iniciando funciones.
Consultar a los técnicos: indispensable
Para las obras viales y de infraestructura carretera, se debe de consultar a especialistas en ingeniería de tránsito, con experiencia, y utilizando las metodologías y normas del diseño instauradas. No es conveniente copiar simplemente modas que se ven en otras ciudades del mundo que tienen un contexto diferente.
Como Colegio de Ingenieros Civiles, proponemos que todas las obras públicas —todas sin excepción, ya sean edificios, carreteras, infraestructura de servicios hidráulicos o eléctricos—, deben de tener peritos en construcción municipal, con estudios técnicos debidamente formulados, considerando los impactos ambientales, viales, económicos y, también, con coherencia entre lo que dice el Reglamento de Construcciones y los respectivos Programas de Desarrollo Urbano, por desarrollo particular.
Curiosamente, el Gobierno, en muchas ocasiones, no lleva el orden ni asigna el tiempo suficiente para que se realicen todos los estudios pertinentes a los proyectos. En el caso de las inversiones públicas, también deben contar con los estudios de impacto urbano, de impacto vial, de impacto social y ambiental; independientemente de llevar a cabo los estudios de factibilidad en dichos aspectos, además de los económicos, que amparen los beneficios netos para la sociedad.
Proyectos con mayor fortaleza técnica
Por otra parte, el Programa de Desarrollo Urbano —que es un instrumento para dar orden al crecimiento urbano, para la convivencia compatible de los diversos usos de suelo, la imagen urbana, la movilidad, el equipamiento, servicios e infraestructura básica—, hay que vincularlo al Reglamento de Construcciones, cuyo propósito no sólo es cuidar que las edificaciones no se derrumben, sino que también es para garantizar en general que las edificaciones no se incendien, por deficientes instalaciones eléctricas por ejemplo, ni que tampoco se inunden.
Estoy convencido de que, para lograr esto, en los ayuntamientos tienen que incluir necesariamente en los análisis de los proyectos a los ingenieros. Por ejemplo, en las oficinas que emiten las licencias de construcción, se debe de reforzar la calificación en el área de ingeniería, para que se cumplan las diversas normas técnicas complementarias.
Un asentamiento humano se cimenta en infraestructura de calidad, edificaciones seguras y funcionales. Evidentemente, se requiere la tarea de los ingenieros civiles para contribuir a la calidad de vida de los habitantes de las ciudades y poblados.
El Gobierno actual está haciendo obras de mucho impacto en la ciudad capital y en algunos municipios de Yucatán. Las zonas en torno a sus obras de vialidad evolucionan, y el PMDU debe de considerar este impacto, incorporarlo y atenderlo de manera adecuada con las metodologías establecidas en ingeniería de tránsito.