Todos disponemos del espacio público como un elemento que articula y cuestiona no solamente el espacio urbano sino la vida social. Se trata de un concepto reciente que se deriva de la noción de la democracia; se asume por ello, como el espacio de justicia y equidad urbana.
Las calles aportan el mayor porcentaje de los espacios públicos, de tal forma que, en Mérida se presentan muchas deficiencias en la calidad de los espacios públicos. Ahora bien, en términos de espacios para la recreación y el ocio, aquí tendríamos en cuenta a los parques, las plazas, centros deportivos, etc. “Mérida tiene una cantidad importante de este tipo de espacios, sin embargo, se ha demostrado que esa distribución no es equitativa”, afirma Roberto Reyes Pérez, Presidente de la ANPUD (Asociación Nacional de Instituciones para la Enseñanza de la Planeación Territorial, el Urbanismo y el Diseño Urbano).
A su vez, el espacio público debería ser el escenario ideal para la articulación de la seguridad natural. Desafortunadamente termina siendo lo contrario, pues es el “escenario para la inseguridad social y vial”, comenta Reyes Pérez. Por lo tanto, se requiere vigilancia policiaca, el uso de cámaras en la ciudad y por supuesto, la estructura de las normas punitivas o del castigo.
Hay que tener en cuenta igualmente las cuestiones climáticas, pues estas impactan el uso del espacio urbano. Sin embargo, la ciudad debe responder a estas cuestiones y no someterse a ellas. Históricamente, Mérida ha buscado constantemente la respuesta hacia este problema, pero hacen falta árboles para ayudar al confort climático. A su vez, la contaminación auditiva y ambiental desalientan el uso de los espacios públicos. Lo importante es buscar una solución para que la gente los quiera usar de manera voluntaria y no por deber.
Ahora bien, “si hablamos de espacios públicos exitosos, estaríamos mencionando a aquellos que son utilizados. Porque esto significa que satisfacen demandas diversas de la sociedad”, añade el también Coordinador de la Licenciatura de Diseño del Hábitat de la UADY. Hay que cumplir con al menos tres variables para que un espacio público sea exitoso:
1. Que procure diversidad de actividades; que sea versátil o que sea flexible
2. Que conjunte a una cantidad variada de tipos de usuarios
3.Que se pueda utilizar en diferentes momentos del día
“El Parque de la Alemán es el ejemplo ideal porque conjuga estos tres elementos: diferentes actividades para diversas personas en varias horas del día”, señala Roberto Reyes. Además, se deben recalcar los vínculos positivos que se forman con el espacio privado, a partir de una articulación de usos de suelo que alimentan a este espacio público. En la Alemán podemos encontrar comercios, mercados, restaurantes, sitios de culto y de educación.
Como objetivos para Mérida, “tendríamos que generar espacios públicos justos en términos de equidad y de igualdad. Es decir, que puedan ser utilizados por cualquier persona, independientemente de sus capacidades, ideologías y preferencias”, manifiesta el Presidente de la ANPUD. Asimismo, el espacio público debe ser seguro, el uso de las calles no debería ser un área de inseguridad como lo es hoy en día para las mujeres. Este último tema se debería atender a la mayor brevedad posible.
En consecuencia, se tienen que entender las relaciones que existen entre los usos de suelo y el espacio público. Es más factible que existan escenarios propicios para la inseguridad en zonas donde los usos públicos son terciarios. Igualmente, otros elementos como la falta de iluminación y vivienda impactan negativamente.
Un tercer propósito consistiría en lograr que los espacios públicos sean atractivos; que inciten a su uso. ¿Cómo se logra esto? Cuando la gente reconoce que puede hacer más cosas en ellos que en el espacio privado, al ser espacios cuidados que cuentan con un mantenimiento adecuado. En consecuencia, “las autoridades tienen que generar estrategias de gestión del espacio público que sean exitosas y romper con esquemas tradicionales en los cuales los ciudadanos tienen que depender del Estado para su conservación y mantenimiento. De alguna forma se tienen que generar estructuras de corresponsabilidad para poder cuidar el espacio público”, sostiene Reyes Pérez.
“Las autoridades tienen que generar estrategias de gestión del espacio público que sean exitosas y romper con esquemas tradicionales en los cuales los ciudadanos tienen que depender del Estado para su conservación y mantenimiento”.
Como cuarto punto, el espacio público debe forjar una oferta diversa de actividades. El Presidente de la ANPUD menciona que: “es muy diferente asistir a un concierto en un recinto privado, a poder ver un evento cultural en un espacio público, ya que esto activa la convivencia entre personas”.
Finalmente, deberíamos contar con espacios públicos que promuevan y generen atmósferas para la construcción de ciudadanía, es decir, que puedan fortalecer la cohesión social y brindar una alternativa para convertirse en un escenario de vida pública. Tienen que ser el marco para que la gente construya vida comunitaria a partir de intereses compartidos o comunes. De modo que debemos hacer a un lado aquel espacio público ideal y mirar la realidad para ver que es lo que nos hace falta para aproximarnos a lo esperado por la ciudadanía.