La entrevista con Leticia Torres Mesías a Yolanda Fernández Martínez
El comportamiento actual de las ciudades
Las ciudades están experimentando cambios significativos en dos sentidos: primero, en procesos de transformación propios y orgánicos, derivados de las dinámicas socioeconómicas de sus mismos habitantes, los cuales se miden y se pueden realizar estudios prospectivos. Podemos decir que es la forma tradicional de registrar, documentar y proyectar datos para el ejercicio de la planeación urbana, con la recopilación de información como la tasa de crecimiento poblacional, el comportamiento y potencial económico de determinados sectores —como puede ser el turístico o el de la construcción—, los requerimientos de vivienda, y equipamientos para el corto, mediano y largo plazo.
En otro sentido, tenemos aquellos eventos que se salen de la ecuación, aquello que surge de repente y que impacta de forma significativa en nuestro entorno. Como ejemplo tenemos la pandemia o los embates climatológicos que pueden tener repercusiones a largo plazo, como el caso de Otis en Acapulco el pasado mes de octubre. Estamos hablando de cambios violentos en las dinámicas cotidianas de una ciudad, que ciertamente no están contemplados en un instrumento normativo.
El instrumento normativo se fundamenta en lo que ha sucedido y sus correspondientes proyecciones con datos y fórmulas. De esta manera, las ciudades se van ajustando entre los cambios orgánicos de la población y, al mismo tiempo, ante esos cambios violentos. Así tenemos señales de cambio y señales de alerta.
El gran desafío de la planeación urbana: siempre detrás de la vorágine urbana
El gran desafío de la planeación urbana es que no tiene la flexibilidad para establecer la relación directa entre los resultados estimados a partir de la aplicación del instrumento de planeación, y los impactos generados en el territorio con todas las variables que pudieron no estar consideradas en el instrumento normativo. Es decir, las ciudades crecen y se adaptan a los impactos, que algunas veces pueden ser globales, a un ritmo muy lejano a lo que un instrumento normativo puede atender. Por lo tanto, el instrumento normativo siempre está muy por detrás de la vorágine urbana.
Es importante el pensamiento disruptivo para explorar escenarios futuros y hacernos preguntas sobre el “¿Qué pasaría si…?” Y establecer relaciones entre variables que por lo general no tienen relación. Por ejemplo: ¿Qué pasaría si los jóvenes nacidos a principios de este siglo y que trabajan en Mérida no pueden adquirir una vivienda dentro del municipio? A partir de esta pregunta se pueden establecer varias líneas de trabajo para explorar diversos escenarios y, sobre todo, para contrastarlos con el presente de nuestra ciudad y la efectividad de los instrumentos normativos.
Los adultos mayores y el entorno urbano
El problema no solo es que seremos más personas de la tercera edad, sino que se estima que dos terceras partes de la población vivirán en entornos urbanos, entonces tendremos una mayor cantidad de población vulnerable en ciudades altamente pobladas. Pero no tenemos que esperar al 2050, ahora mismo hagamos la reflexión de si una persona de 65 años, o de mayor edad, se puede desplazar libremente por la ciudad, caminando o en transporte público para acudir a su trabajo, atender a una cita médica o salir con sus nietos de paseo al parque.
Habría, por tanto, que realizar un ejercicio consciente y responsable sobre cuáles son las partes de la ciudad y los destinos que cuentan con calles completas y seguras para las personas mayores, a modo de garantizar desde ahora su accesibilidad universal.
Estamos hablando de principios universales, de que la ciudad no sea un obstáculo, sino que nos garantice el ejercicio pleno de nuestros derechos humanos y el desarrollo personal. Para ello la accesibilidad y la movilidad universal son fundamentales.
Co-Creando futuros urbanos arquitectónicos
Los participantes aprenderán a usar una metodología que pueden trasladar del ámbito urbano-arquitectónico a sus equipos de trabajo, es decir, este taller lo he diseñado para que la alfabetización de futuros tenga por principio abordar problemáticas o desafíos con una visión crítica del pasado, para desarrollar colaborativamente estrategias inspiradas en la visualización y narrativa de escenarios futuros.
«El gran desafío de la planeación urbana es que no tiene la flexibilidad para establecer la relación directa entre los resultados estimados a partir de la aplicación del instrumento de planeación, y los impactos generados en el territorio con todas las variables que pudieron no estar consideradas en el instrumento normativo».