Abril es el mes del niño y en MetrópoliMid quisimos reconocerlos hablando de la importancia de hacer ciudades desde su perspectiva y pensando en sus necesidades.
Mirar la ciudad desde la perspectiva de los niños
Hace más de cinco años escribí un artículo mencionando la importancia de que diseñemos nuestras ciudades como si las viéramos desde los ojos de los niños. Ellos son, recuerdo haber dicho, “el peatón por excelencia. Ajeno al automóvil, inocente de su influencia: el niño es el peatón puro. Vive la ciudad, recorre el barrio, convive con sus amigos en los parques, en la escuela, en la cancha, en las banquetas, en las calles. El niño observa realmente la ciudad, no la atraviesa como muchas veces hacemos los adultos”.
Los atributos de esta ciudad pensada para los niños, que sea segura, cómoda y atractiva, no han cambiado mucho: banquetas accesibles, sin obstáculos; cruces seguros en las esquinas y zonas de equipamiento; velocidades moderadas para el automóvil en zonas estratégicas para que los niños no le tengan miedo a las calles; banquetas con itinerario libre, amplio, con cruces cercanos entre sí; fachadas activas, divertidas, diferentes, mixtas, que permitan permear el espacio público y el privado de una manera segura, combinando colores, vegetación y conexión entre personas; árboles, sombras, verde; y desde luego, parques, para los niños, para los adultos mayores, para las mujeres, para los hombres, para los jóvenes, parques para todos.
Estas necesidades no han cambiado en los últimos años, pero, desgraciadamente, la atención de los niños hacia el espacio público sí lo ha hecho, y cada vez más rápido. Esto se debe, en parte, al incremento del uso de la tecnología, donde cada vez vemos niños más pequeños —desde los 3 o 4 años—, conectados a una tableta o a un celular, alejando lentamente sus mentes de nuestra realidad para adentrarse en el mundo virtual; pero también se debe en gran parte a que le hemos quitado la diversión, la aventura y el riesgo a los parques.
Devolvamos la diversión y la aventura al espacio público
“Hace 30 años los niños pasaban hora y media jugando afuera de casa. Hoy, los pequeños pasan menos de 7 minutos jugando de forma libre y no estructurada”. Este es un dato impactante que nos comparte Luisa Fernanda Hernández Padilla, Directora de Innovación y Diseño de Playclub, en su artículo publicado en esta misma edición.
¿Por qué los niños pasan cada vez menos tiempo en los parques?, Luisa Fernanda nos lo explica de una manera muy clara: antes “nos esforzábamos en cuidar a nuestros hijos, sí, pero ellos crecían para cuidarse solos, protegiéndose juntos y aprendiendo de los retos del entorno”. En las calles, en los parques, en las banquetas y espacios públicos, había retos, aventura, diversión, exploración, incluso un poco de riesgo. “Hoy, en un esfuerzo enorme por cuidarlos —que no se lastimen, que estén protegidos e incluso prevenir demandas—, nos hemos ido al otro extremo. Hemos quitado todo el riesgo y el interés por el reto. A ojos de los niños, hemos quitado toda la diversión, lo que es la esencia de un parque infantil”.
Esta reflexión resulta indispensable para replantear la planeación urbana y el equipamiento de los parques. Para devolver a los niños —y con ellos también a los jóvenes, adultos y adultos mayores— al espacio público, con todos los beneficios que ello trae.
Ciudades interesantes, seguras, pero llenas de aventura: ciudades para la gente
Si queremos devolver la atención de los niños hacia el espacio público, hacia la ciudad, incluso hacia la realidad —en contra parte al cada vez mayor dominio de las tecnologías sobre el tiempo e interés de los jóvenes—, debemos diseñar y hacer ciudades desde la perspectiva de los niños: cómodas y seguras sí, pero también interesantes, divertidas, llenas de color, de interacción y de aventura.
Ciudades para los niños, ciudades para la gente.