Existe en el corazón de Mérida un diamante en bruto, un espacio público que por años ha sido desdeñado a pesar del increíble valor que sostiene. Hablamos de la ex estación de trenes, conocida por muchos, en sus intentos de retomarla, como el Gran Parque de La Plancha. El calificativo en el nombre no es casualidad, pues por su extensión de aproximadamente 22 hectáreas es casi 16 veces más grande que la Plaza Grande.
La demanda es aparentemente simple: revitalizar La Plancha y transformarla en un parque urbano; un espacio público donde la gente pueda escaparse del ajetreo de la urbe, realizar actividades, asistir a un evento de música o simplemente dar un paseo en una tarde cualquiera. Tomando como ejemplo otros parques urbanos en el país como El parque Fundidora en Monterrey, el Bosque de Chapultepec en la Ciudad de México o el Tangamanga en San Luís Potosí; el Parque de La Plancha sería el parque central de la ciudad de Mérida; sería una pequeña conexión con la naturaleza en medio de una plancha de concreto que parece no cesar su expansión.
Ubicado entre Paseo de Montejo y el antiguo barrio de La Mejorada, este terreno, que actualmente es sede del museo de ferrocarriles, goza de una ubicación privilegiada en el centro de la ciudad. Por su ubicación, en tiempos del Porfiriato y la Posrevolución, fungió como la estación central de trenes, tanto de carga como de personas. Pero con la llegada de la era moderna y el transporte vehicular, se detuvo el auge del ferrocarril. La mayoría de las empresas de tranvías de la ciudad se declararon en quiebra y con ello la estación quedó casi en el olvido. Al día de hoy, una gran extensión del terreno está cubierta de maleza y los carros de los ferrocarriles invocan la imagen de un cementerio urbano.
En el pasado mes de marzo, el Gobierno del Estado junto con representantes de la UNAM anunciaron el traslado y la construcción del nuevo Museo de la Luz, cuya actual sede se encuentra en la capital del país. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue la nula mención de algo que asemeje un plan para la Plancha, el lugar donde se encontrará este nuevo edificio. Lo que se sabe es que el campo de béisbol que se localizaba ahí, ahora se convertirá en un museo.
(Imagen tomada de: La Verdad Noticias)
El terreno hoy en día se encuentra decrépito y olvidado y las cuadras aledañas no están en mejores condiciones. Hay edificios abandonados y calles en mal estado no invitan a transitar por la zona. A pesar de estas carencias, La Plancha tiene el potencial de desarrollarse y transformar al vecindario entero; uno que ya cuenta con su propia comunidad y carácter. Los mismos vecinos, por años han exigido la creación de este espacio público a través de comités y asociaciones. Se han presentado varios planes con poco éxito, pues una larga lista de políticos ha visto pasar el proyecto por sus mesas, con mucha intención pero poca acción.
Pero eso no desmotiva a los residentes, quienes han ido al rescate de La Plancha por sus propios medios, desde la limpieza y el mantenimiento del terreno, hasta plantar árboles y diseñar planos para el parque.
Más que solo un parque, su rescate total significa una victoria democrática para los meridanos. Es un ejemplo de cómo una comunidad puede mejorar su entorno poniendo manos a la obra a pesar de las dificultades burocráticas de la política y de la poca voluntad administrativa para que este espacio público pueda prosperar.
(Imagen tomada de: Reporteros Hoy)
Y es que el capital político que contiene este proyecto no es para ignorar: además del valor ecológico (por ser el parque más grande de la zona centro de la ciudad), su creación podría atraer el desarrollo socioeconómico a un barrio que no ha recibido el reconocimiento de su gran potencial por las autoridades. Una escuela de artes, un mercado, un cenote, un museo histórico de trenes y ahora un museo científico son parte del acervo que ostenta esta zona, los cuales podrían convertirla en la más importante de la ciudad por su valor cultural, social y turístico. La magnitud del proyecto podría hacer del Parque de La Plancha uno de los éxitos políticos más significativos para aquella persona que se cuelgue la medalla por haber emprendido el trámite de oficializar la restauración.
Por el momento, los ciudadanos se han encargado de materializar este añorado parque, paso por paso, sin respuesta o ayuda del gobierno, en un claro ejemplo de la lucha sobre la toma de decisiones entre los de arriba y los de abajo. Y ésta es la mayor muestra de relevancia que ha generado este proyecto: una comunidad consciente y participativa que trabaja hacia su cometido, en contracorriente de los obstáculos de la democracia como lo son la pasividad y la inacción.
*Imagen de portada: Sipse
Mauricio Pech Novelo
Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad Modelo y actualmente por iniciar una maestría en Políticas Públicas en la UADY.
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