Movilidad en las ciudades del futuro: retos, estrategias y perspectivas

Movilidad Urbana

Más del 80% de la población mexicana vive en ciudades. Esta concentración plantea un desafío monumental: construir entornos que permitan a millones de personas desarrollarse en condiciones de equidad, seguridad y prosperidad. En este escenario, la movilidad ocupa un lugar central. No es sólo un servicio, sino un derecho fundamental, pues determina el acceso al empleo, la educación, la salud y la vida comunitaria.

Un modelo urbano en crisis

Las ciudades mexicanas enfrentan tres grandes desafíos que frenan su desarrollo: la expansión urbana descontrolada, la inseguridad vial y la desigualdad en el acceso al transporte. En conjunto, estas dinámicas han configurado urbes dispersas, caras e ineficientes, donde cada traslado implica un alto costo económico, social y ambiental.

La expansión hacia la periferia ha separado vivienda, empleo y servicios, generando trayectos cada vez más largos. Este modelo no sólo deteriora ecosistemas y eleva los costos de infraestructura, también debilita la competitividad del transporte público frente al automóvil privado. El resultado es un círculo vicioso: más distancia implica más autos, más autos demandan más vialidades y más vialidades incentivan más expansión.

A esta dinámica se suma la deuda histórica en materia de seguridad vial. En México mueren diariamente más de 40 personas en hechos de tránsito, en su mayoría peatones, ciclistas y motociclistas. Además de la tragedia humana, los siniestros viales representan un impacto económico enorme, con costos que alcanzan los 200 mil millones de pesos anuales.

La desigualdad profundiza aún más esta crisis. En la movilidad de las mujeres se observa con claridad: realizan más viajes encadenados, caminan y usan con mayor frecuencia el transporte público, pero enfrentan una constante percepción de inseguridad. Siete de cada diez mujeres declaran sentirse inseguras al usar transporte público, lo que restringe su acceso a la ciudad y sus oportunidades. Los sistemas viales, diseñados sin perspectiva de género, siguen ignorando la movilidad del cuidado y los horarios distintos a las horas pico.

La solución al falso problema

El tráfico suele colocarse como el gran enemigo de la ciudad. Sin embargo, es sólo un síntoma de un modelo disperso y de políticas que han favorecido la compra de automóviles. Pretender resolverlo con obras monumentales viales es un error: consumen grandes recursos y terminan acelerando la expansión urbana.

Hacia la movilidad del futuro

Superar esta situación requiere un cambio de paradigma. No se trata de mover más autos, sino de garantizar accesibilidad para las personas. Para ello, cinco claves resultan esenciales:

Un futuro habitable

El verdadero objetivo no es desahogar vialidades, sino construir ciudades habitables, seguras y equitativas. Calles completas, con banquetas amplias, cruces seguros y transporte público confiable, son condiciones mínimas para la vida urbana. La movilidad del futuro no será únicamente una cuestión de innovación tecnológica, dependerá sobre todo de rediseñar nuestros entornos para que sean próximos, inclusivos, compartidos y libres de violencia. Las decisiones que tomemos hoy marcarán la diferencia entre ciudades fragmentadas y excluyentes, o espacios humanos y prósperos. Apostar por la movilidad es, en última instancia, apostar por la calidad de vida de todas las personas.

 

Por: Carlos J. Orozco y Orozco, Centro para el Futuro de las Ciudades, Tecnológico de Monterrey

 

 

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