No resulta fácil una lectura urbanística del vertiginoso cambio experimentado por la zona metropolitana de Mérida (ZMMid) desde 2010. Las transformaciones económicas y sociales —algunas inéditas— abrieron paso a fenómenos hoy presentes en muchas ciudades del mundo y del país. Temas como la emergencia de un poderoso mercado inmobiliario liderando a los demás sectores de la economía o la presencia notable de inmigrantes en algunos espacios urbanos moldeados por la gentrificación, son muestras innegables del profundo cambio en Mérida en este inicio del siglo XXI.
Desde la perspectiva de la expansión urbana y el crecimiento demográfico, tres estudios recientes (2024-2025) nos aproximan más a la comprensión de esta complejidad metropolitana actual. Expondré brevemente sus hallazgos esenciales y los citaré con rigor al final.
La Zona Metropolitana de Mérida y el crecimiento demográfico
Empecemos por el crecimiento demográfico. INEGI reporta, para la ZMMid, un ritmo demográfico superior entre 2010 (1,027,004 hab) y 2020 (1,301,022), respecto a décadas anteriores. Actualmente es la mayor aglomeración urbana en el sureste del país y ya incluye 14 municipios según SEDATU, INEGI y CONAPO. Esto se explica más por el componente migratorio que por el crecimiento natural de la población. Así lo demuestra “Mérida ciudad refugio” (2024), pues en las últimas décadas, y en particular desde 2010, Mérida y su zona metropolitana se han convertido en un nuevo polo de atracción demográfica para las migraciones internas en México. El estudio apunta a razones de seguridad como el factor de atracción más importante. El escape del contexto de violencia e inseguridad creciente en muchas ciudades del país se suma a la calidad de los servicios urbanos y de educación universitaria que ofrece esta zona para atraer flujos de alto ingreso.
De este modo, Mérida como ciudad refugio, fue decididamente promovida por los gobiernos locales y los resultados no se hicieron esperar: “en tan solo una década llegaron más inmigrantes que en un siglo”, según el estudio. La complejidad de este cambio sociodemográfico está dando pie a muchos procesos relacionados con la gentrificación en la ZMMid.
Como consecuencia directa de este hecho, el modelo expansivo del crecimiento urbano se disparó. Aguilar y coautores (2025) en “Metropolización, dinámica inmobiliaria y segregación socioterritorial. El caso de Mérida, Yucatán” exponen cómo un poderoso mercado inmobiliario –de alcance ya internacional– aprovechó las ventajas comparativas de la ciudad en materia de costos del suelo periurbano, normativas frágiles y promoción oficial de Mérida como “la ciudad más segura de México” para propiciar así una multitud de desarrollos inmobiliarios en un paisaje metropolitano disperso y desarticulado. La superficie urbana de la zona se estima en este estudio en 42,186 hectáreas para 2020. Casi se alcanza el peor escenario que el PIDEM (2014) estableció para 2030 con 52,577 hectáreas.
El Consejo Nacional de Población, por su parte, publicó el reporte “Expansión de las ciudades en México” (2025) y demuestra cómo la ZMMid ocupó el 4º sitio entre las ciudades del país que más superficie añadieron a su tamaño entre 2002 y 2018, con 23,490 hectáreas. El total de esta superficie se estima en 42,410 hectáreas en 2018. Vemos así la casi coincidencia con las cifras de Aguilar y coautores.
La ciudad ha terminado por devorar el territorio
Preocupa más saber, por CONAPO, que la población total de la Zona Metropolitana de Mérida creció de 497,905 en 1985 a 1,138,014 en 2018, con un preocupante descenso en la densidad urbana de 95.7 a 26.8 habitantes por hectárea en esos años. En consecuencia, el uso del suelo agrícola se redujo de 26,200 hectáreas a sólo 3,600, lo cual se añade a la pérdida total de 13,140 hectáreas de selva existente en 1985. La ciudad ha terminado por devorar el territorio.
Las arrasadoras consecuencias del dinamismo inmobiliario en el crecimiento de Mérida y otras localidades metropolitanas han reorientado no sólo el pensamiento académico, sino también la agenda de las políticas públicas, en la que aparecieron temas como redensificación, ciudad compacta, ciudad inteligente, espacio público, movilidad, gentrificación, economía circular, reforestación y otros términos ligados al diseño de ciudades —Nuevo Urbanismo— que emergieron al calor de la globalización y de la gestión neoliberal del territorio.
De lo anterior se deduce que los planes de desarrollo urbano en la ZMMid fracasaron en sus estrategias para corregir este mal “congénito” que es la expansión horizontal y dispersa de Mérida a lo largo de su historia posthenequenera.
No cabe en esta colaboración explorar las nocivas consecuencias de lo aquí expuesto, pero la extensión, dispersión, desarticulación del espacio urbano, la devastación del territorio con ciudadelas, lotes de inversión e infraestructuras costosas e innecesarias como el Anillo Vial, los contrastes sociales, la carestía de la vivienda y los conflictos en la movilidad y en la gestión de la ciudad, sólo pintan escenarios ominosos.
Fuentes consultadas:
Lewin-Fischer, Pedro, Luis Ramírez-Carrillo y Estela Guzmán-Ayala (2024). Mérida, ciudad refugio. Fundación Konrad Adenauer, AC. México.
Aguilar, A. et al. (2025). Metropolización, dinámica inmobiliaria y segregación socioterritorial. El caso de Mérida, Yucatán. Revista Eure, 51 (153), pp. 1-27. Santiago de Chile.
Consejo Nacional de Población. (2025). Expansión de las ciudades en México, 1985-2018. México.

