Es importante, al tratar el tema de la vivienda, recordar que, si bien es el objeto arquitectónico de mayor número en las ciudades –la que relaciona a las personas con el entorno inmediato y la que define colonias, barrios y fraccionamientos–, es también una manifestación social que nos permite vivir, asumiendo que cada grupo lo hace de una manera diferente. La vivienda es un vínculo para entrar a otros ámbitos, a través del cual se puede acceder a entornos diversos. Con esto, pues, se elimina la idea de que la vivienda es solo un receptáculo de personas.
Es conveniente hacer un poco de historia. A raíz de la finalización de la 2ª Guerra Mundial hubo un faltante de vivienda, ya sea por la propia destrucción o porque la que se había mantenido intacta o con algunos daños no tenía la calidad necesaria para hacerla sanamente habitable. Por esta razón se establece a nivel mundial una Carta de Derechos Humanos que integra por primera vez en 1948 la idea de que la vivienda es fundamental para el desarrollo de la humanidad.
En 1966 ese derecho a la vivienda cambia y con un nuevo cariz, entonces, se propone que deba estar presente en diversos ámbitos: cívico, político, social y cultural, que son reforzadas por las dos convenciones de la ONU.
Es hasta la década de los años 70´ que se considera el hecho de una vivienda adecuada, así como tener control del lugar donde se construye y de las condiciones que ofrece. Ya en los años 80´ se introducen conceptos de necesidades básicas, bienestar y calidad de vida como requerimientos mínimos. En 1996, con la realización de la Conferencia de la ONU sobre Asentamientos Humanos de Estambul, Hábitat II (ONU, 1996), se definen parámetros de medición de la vivienda adecuada:
- Un lugar privado
- Espacio suficiente
- Accesibilidad física
- Seguridad adecuada
- Seguridad de tenencia
- Estabilidad y durabilidad estructurales
- Infraestructura básica adecuada
- Factores apropiados de calidad del medio ambiente
- Emplazamiento adecuado
- Costo razonable
El resultado fueron políticas de vivienda. Esto detonó el crecimiento de las ciudades y el aumento de población urbana: así el mundo cambio. Se inició la construcción masiva de viviendas y ese modelo de producción ha sido predominante. Algunos resultados en 2020 en México son que sólo 4 de cada 10 personas viven en lugares adecuados, el 60% en inadecuados; existen 5 millones de casas abandonadas (BBC News, 2019); 4 de cada 10 desarrollos habitacionales no debieron urbanizarse por leyes de protección ambiental o cambio climático.
Otro punto importante a considerar es el desarrollo histórico de la unidad de vivienda económica unifamiliar, respecto a la cantidad de metros cuadrados de área habitable por unidad, según Sánchez (2009-2012). De 1930 al 2010, el tamaño ha fluctuado entre 42.4 m2 como mínimo en 2005 a 58 m2 que ha sido el tope máximo en 1980, como se muestra en la figura 1 (p.20-21). Esa vivienda, para considerarse digna, debe tener baño, cocina, área para dormir y estancia-comedor. En los metros cuadrados totales se deben incluir, además, las circulaciones, áreas de guardado y abatimiento de puertas, que no son áreas útiles de uso.
Otra variable a analizar es la cantidad de integrantes por familia que deben utilizar esa casa. De 1930 a 1950 las familias se componían de 5 a 14 personas con una media de 9.5; en 1960 el promedio fue de 9 integrantes por familia; y en 1990 las familias, en su mayoría, tenían 5 integrantes (Destacado, Sociedad, 2015). El Inegi reporta 4.7 en 1995; en 2010 alcanza 4.4 integrantes por cada hogar; en 2005 fueron 4.2; en 2010 bajó a 3.9; en 2015 refiere 3.7; y para 2019 cita a 3.6 habitantes por familia (Inegi, 2019). Si hacemos la relación de área disponible para vivir y la cantidad de integrantes por familia, entonces llegamos a una importante cantidad de hogares con hacinamiento, que conlleva problemas sociales y de salud.
¿Y qué pasa con la pandemia provocada por la COVID-19? Llega a México y, a partir de marzo de 2020, nos obliga al confinamiento familiar como refugio seguro contra la muerte por contagio. Hay un alto total en nuestras actividades y nos toca asimilar la enfermedad, los síntomas, las consecuencias y los cuidados en casa, en familia.
Entonces, la vivienda se tuvo que convertir en casa-trabajo, casa-escuela, casa-parque, casa-gimnasio, casa-entretenimiento y más; tuvo que cubrir muchas actividades que realizábamos afuera, en el espacio común de la ciudad, en nuestros lugares de producción, intercambio y socialización.
Así fue que todos los miembros de la familia llevamos a cabo el uso intensivo de la casa, pasamos de estar por ratos a permanecer en ella 24 horas, los 7 días de la semana. Eso permitió ver las carencias, las preferencias y las potencialidades de los espacios de la vivienda.
Hay quienes tienen el esparcimiento en casa con patios, jardines, piscinas, gimnasios y hasta cines; para otros, si bien no hay lujos, se tienen dos preciados valores: intimidad y privacidad. Pero, para la gran mayoría, fue necesario hacer ajustes de todo tipo: acondicionar lugares, aprovechar rincones, improvisar mobiliario y hacer turnos de uso.
Los arquitectos, en casi todos los foros, plantean que una de las soluciones para la vivienda POST-COVID-19 es la flexibilidad del espacio para poder hacer muchas y variadas actividades en el mismo sitio. Aseguran que esas serán, de ahora en adelante, parte de las condiciones a atender. Pero debemos recordar que estos criterios ya eran parte de los valores básicos del diseño de la vivienda, ¿o no?, y que aun así no cumplieron con los requerimientos ni las expectativas de los habitantes.
“Los espacios deben ser multifuncionales”, recordemos que ese fue el discurso de la nueva política de vivienda en el 2000, donde la multifuncionalidad formó parte de programas regulares y emergentes de vivienda nacionales, estatales y locales para atender a los sectores de menores ingresos. Entonces, el ofrecer como solución un cuarto multiusos de 42.4 m2 a familias completas, no ha sido suficiente en estos tiempos de la COVID-19. La falta de un espacio para resolver las necesidades básicas de los integrantes y el carecer de un lugar propio ha hecho que las personas se sientan angustiadas, sobre todo las más jóvenes y los niños.
No ocupar las hipotecas verdes en soluciones reales de energías renovables ahora en la pandemia, debería tener un mayor peso moral entre los constructores y desarrolladores, pues se mantiene la pobreza energética y el alto costo. Esto es especialmente relevante ahora, cuando se requiere de mayor consumo de energía eléctrica para dar continuidad a nuestra vida laboral y/o escolar. Además, es más difícil procurar ingresos cuando no se tiene dinero por la pérdida del trabajo o la imposibilidad de salir a ganarlo.
Otra realidad que debemos considerar es que los terrenos mínimos no crecerán para intentar diseñar mejores viviendas para el uso intensivo familiar, los créditos no aumentarán para los trabajadores y éstos seguirán requiriendo de, cuando menos, 10 años para consolidar su casa con más espacios.
Así pues, la COVID-19 nos ha hecho sentir todas las carencias espaciales, funcionales y materiales de las casas; nos ha hecho pensar y replantear soluciones a cosas básicas, o antes no atendidas, nos ha hecho reflexionar nuevamente en que la vivienda es un lugar, no una cosa que alberga personas, donde las familias llevan a cabo su vida cotidiana.
Para las autoridades, será necesario replantear esquemas de tamaño de terreno, usos de suelo, diseño de los desarrollos, uso de energías, disposición de residuos y muchos temas más, donde se revelaron debilidades durante la crisis de la pandemia.
La vivienda es un proceso de habitar. Plantea pues, para los técnicos del diseño y la construcción, un verdadero reto de llegar, ahora sí, a la vivienda flexible y multifuncional que atienda aspectos que nos permitan llevar una vida de confinamiento en mejores condiciones.
La falta de un espacio para resolver las necesidades básicas de los integrantes y el carecer de un lugar propio ha hecho que las personas se sientan angustiadas, sobre todo las más jóvenes y los niños.
Referencias:
BBC News Mundo México. (2019). Alberto Nájar. 19 febrero 2019. Por qué en México hay 5 millones de casas deshabitadas. Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-47263282
Destacado, Sociedad. (2015). Dominguez, Karen. 2 junio 2015. De 7 a 2 hijos, ¿cómo ha cambiado la planificación familiar en México? Recuperado de https://www.poblanerias.com/2015/06/de-7-a-2-hijos-como-ha-cambiado-la-planificacion-familiar-en-mexico/
Inegi. (2019). Vivienda. Promedio de ocupantes por viviendas particulares habitadas. Recuperado de https://www.inegi.org.mx/temas/vivienda/
ONU. (1996). Programa Hábitat, Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Asentamientos Humanos, Estambul, Turquía, recuperado de http://habitat.aq.upm.es/aghab/aproghab.html#B
Carmen García Gómez
E-mail: ggomez.carmen@gmail.com
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