La importancia de la Ermita de Santa Isabel en la memoria histórica de Mérida

Dic 15, 2020 | Artículos, Zona Urbana

 
 

En 2017, la ciudad de Mérida fue elegida como Capital Americana de la Cultura, convirtiéndose en la primera ciudad en América en recibir por segunda ocasión tal nombramiento. Esta certificación le permitió difundir el arte y la cultura maya en el ámbito nacional e internacional; asimismo, contribuyó al conocimiento de las culturas del continente americano, respetando la integridad y diversidad del patrimonio cultural de las naciones, así como establecer puentes de cooperación con otras capitales culturales.

La calidad y autenticidad de eventos culturales que ofrece la ciudad a lo largo del año, atraen a visitantes y turistas que juegan el papel de promotores con amigos o familiares para asistir a futuros eventos culturales en la ciudad, afectando de manera positiva a la economía local. Sin embargo, gran parte de los eventos se realizan en la plaza grande o central de la ciudad, dejando a un lado a los barrios que se encuentran en el Centro Histórico.

Existen ocho barrios en el Centro Histórico reconocidos por el municipio, que conforman gran parte de la historia cultural de la ciudad, uno de ellos es la Ermita de Santa Isabel o de Nuestra Señora del Buen Viaje, llamada así por estar en el Camino Real a Campeche en la época colonial y ser paso obligatorio para los viajeros de ese tiempo, es el más alejado al sur de la plaza grande y tiene una historia que vale la pena mostrar.

 

 

Su parque, ubicado en el cruce de las calles 66 x 77 a un costado de la Ermita, pasó de ser una explanada de tierra a un lugar de palenques y peleas de gallos, por lo que fue conocida en un tiempo como la plaza del Gallo. Es también escenario de eventos musicales y ha servido para locaciones de telenovelas por su traza, vegetación y kiosko. Las remodelaciones y mejoras han hecho de él uno de los barrios de Mérida que mantiene su aire colonial, aspecto que lo distingue de otros de la ciudad. También se le considera como la cuna del tradicional Panucho, comida yucateca de alcance nacional que nos distingue.

En febrero de 1966, el ayuntamiento remodela el terreno colindante con la Ermita y construye un jardín botánico que, hasta la fecha, continúa abierto. Tiene especies endémicas y vegetación nativa de diversas formas y colores que aportan sus aromas al recorrido; era grande y novedoso porque trajeron piezas arqueológicas de diversos complejos mayas del estado, construyeron caminos, bancas y fuentes, que lo hizo el paseo de los habitantes del barrio y de otros lugares de la ciudad.

La Ermita fue fundada por un vecino de apellido González de Ledesma. No se sabe con exactitud su fecha de fundación, pero se estima que fue terminada de construir en 1748, según una inscripción tallada en piedra en la parte superior de la entrada principal de la iglesia. Empezó a ser conocida por su nombre a partir de la construcción del Camino Real a Campeche en 1790 por el entonces gobernador Lucas de Gálvez. Ha sido remozada y tiene un uso cotidiano, lo que permite que el espacio se utilice y la vida cotidiana mantenga en vida las tradiciones, como comprar algo refrescante o alguna golosina en la tiendita de la esquina norponiente de la 66 x la 77, siempre abierta y bien surtida; o bien, comprar un rico postre en acera de enfrente de la misma esquina, donde los dulces de cocoyol, buñuelos, papaya, flanes, arroz con leche y muchos más son comprados al salir de misa o en la espera del camión. Con ello se rescata mucho de la gastronomía dulcera, pero también la salada, ya que por las tardes puedes degustar los tradicionales tamales vaporcitos de pollo y carne molida, panuchos y salbutes que ofrecen los vecinos de la calle 64-A.

Cada semana es también un protagonista de las actividades culturales, al ser parte del recorrido de la Biciruta, actividad deportiva y de convivencia que lleva a cabo el ayuntamiento como parte del famoso y arraigado programa dominical municipal de Mérida en Domingo.

 

 

Es un sitio de visita anual obligada desde 2008, con la instauración del Paseo de las Ánimas, que se lleva a cabo en noviembre durante la festividad del día de muertos o el Hanal Pixán. En el paseo, los vecinos de las calles 66 y 64-A ponen altares y venden comida, una verbena animada y concurrida por meridanos, yucatecos y turistas nacionales e internacionales, y que se complementa con la visita al Cementerio Central para culminar con el Paseo de las Ánimas, que se refiere a esa procesión silenciosa con personas vistiendo los trajes tradicionales y pintura en el rostro simulando cadáveres que se ven más lúgubres a la luz de las veladoras que llevan en las manos.

Pero también se debe reconocer que, a lo largo de su historia, la Ermita de Santa Isabel ha sido testigo de diversos eventos que han marcado a los meridanos y que ha albergado a personajes con gran relevancia para la ciudad. Sin duda es un sitio con mucho patrimonio, tangible e intangible, que puede ser utilizado para atraer turismo a la zona. Posee casas, placas, personajes, leyendas y material cultural que con el paso de los años ha ido quedando en el olvido. Eventos que antes se realizaban, ahora los podemos conocer a través de las notas periodísticas o de las historias de la gente que vive ahí y que fue partícipe de dichos eventos.

Es importante mencionar que el patrimonio cultural tangible e intangible es esencial para promover la paz y el desarrollo social, ambiental y económico; además, contribuye a la revalorización de la cultura e identidad al promover el sentido de pertenencia colectiva e individual, y favorecer la cohesión social y territorial de un lugar (UNESCO, 2017).

Sin duda, la Ermita de Santa Isabel es poseedora de una enorme cantidad de material cultural que puede ser utilizado para fomento turístico, para disfrute de los meridanos y para enorgullecer a los habitantes del barrio.

Fátima Gabriela Aguayo Várguez

Fátima Gabriela Aguayo Várguez

Estudiante de Turismo de la Facultad de Ciencias Antropológicas, UADY. Becaria del proyecto de investigación, PRODEP 30519: «Vínculos entre la habitabilidad urbana y la vida cotidiana del barrio de la Ermita de Santa Isabel de Mérida con la condición patrimonial del espacio urbano».

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