Estamos ante el desafío más grande que hemos enfrentado en toda la historia, porque está en juego nuestra propia existencia. Reducir sustancialmente las emisiones de carbono es, ahora, un factor crucial para evitar enormes daños tanto económicos, como medioambientales y sociales.
Hoy existe suficiente evidencia científica para asegurar que la crisis climática global es causada por la actividad humana. Las emisiones de gases de efecto invernadero y su acumulación en la atmósfera son la razón del incremento de la temperatura global y, por consiguiente, del cambio climático. Cada año vertemos más de 35 gigatoneladas de CO2 a la atmósfera terrestre, y con ello, estamos alterando el sistema climático e incrementando el riesgo de sufrir daños catastróficos en los próximos años.
Estos hechos motivaron que en la Conferencia de las Partes COP21 de la Organización de las Naciones Unidas celebrada en París en diciembre de 2015, 195 naciones soberanas hayan establecido un acuerdo marco para comprometerse a combatir el cambio climático.
En el Acuerdo de París, los firmantes aceptaron llevar a cabo acciones tendientes a limitar el incremento de la temperatura media global anual, muy por debajo de 2 grados, y hacer un esfuerzo por limitarlo aún más, por debajo de los 1.5 grados Celsius. También se comprometieron a restringir la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos por las actividades humanas, a niveles tales que, de manera completamente natural, los árboles, suelos y océanos puedan absorberlos; y a revisar cada 5 años, plazo que venció en diciembre pasado, las contribuciones nacionales previstas y determinadas (NDC) que cada país aporta para abordar la urgencia de este desafío.
La generación de energía eléctrica es responsable de dos terceras partes de las emisiones globales de gases de efecto invernadero que generan cambio climático.
A pesar de toda la evidencia existente, del convencimiento cada vez mayor, y de los avances en tecnologías de generación de energía limpia, las emisiones de CO2 relacionadas con la energía se han incrementado 1.3% anualmente durante los últimos 5 años, ampliándose la brecha entre las emisiones del escenario base y las reducciones que son necesarias para estar en posibilidad de alcanzar esos objetivos.
Se estima que del total de reducción de emisiones de CO2 que le correspondería aportar al sector eléctrico, un 75% podría alcanzarse solamente con una transición rápida y ordenada hacia la generación con renovables y otros avances en tecnologías de electrificación, pero si adicionalmente incluimos esfuerzos para una mayor eficiencia energética, entonces estas reducciones podrían alcanzar hasta un 90% de las que son necesarias en el sector.
El sector energético global ha iniciado ya un cambio estructural que parece ser muy promisorio, y se está colocando como un factor estratégico de todo este esfuerzo. Las tecnologías de energía renovable y limpia están dominando el mercado de la nueva capacidad energética. Más del 60% de las inversiones en nuevas plantas de generación de energía eléctrica en el mundo, se destinan a tecnologías limpias. Pero, a pesar de todos estos avances positivos, el despliegue de soluciones renovables en sectores altamente consumidores de electricidad, como los edificios comerciales y la industria, está aún muy por debajo de los niveles que son necesarios, y el progreso de la eficiencia energética se está quedando rezagado.
Por eso, es necesario que se incremente aún más la ambición de las NDC’s, lo mismo que su velocidad y efectividad de implementación.
La electricidad se ha consolidado como un elemento vital, con una demanda creciente que aún será más acelerada en los próximos años y que al tener su costo un peso específico destacado en los procesos y actividades de los sectores productivos, tiene también un impacto directo en la competitividad.
La sociedad haría mucho bien si logra conformar una gran coalición intersectorial que impulse la transición energética, el desarrollo sostenible y el combate al cambio climático, mediante una hoja de ruta clara y focalizada, que nos coloque en la senda correcta hacia la meta que aspiramos alcanzar.
En Yucatán, y específicamente en Mérida, hay capacidad, competencia, talento, voluntad, tanto en profesionales de la iniciativa privada, como del gobierno, y la sociedad; con lo cual es posible alcanzar una revolución energética que sea robusta, confiable, justa, asequible y sostenible, con el concurso de todos.
Las energías renovables son una industria global que está creciendo a un ritmo acelerado, convirtiéndose en un factor importante de prosperidad y dinamismo en la economía, especialmente por sus altos índices de generación de empleos.
Paralelamente, el desarrollo de modernas tecnologías de gestión de redes eléctricas inteligentes y sistemas robustos y confiables de almacenamiento de energía, están permitiendo contar con energía limpia las 24 horas del día sin importar las condiciones, lo que está convirtiendo a los sistemas eléctricos en su conjunto, en una infraestructura más confiable y resiliente.
Hoy, las renovables cuestan en promedio lo mismo o menos que las fósiles. Si adicionalmente tomáramos en consideración los costos ocultos del uso de energía sucia, como el impacto en la salud humana y la contaminación ambiental, simplemente no habría competencia.
Así que, hay que decirlo claramente: La mejor manera de crear nuevos empleos y hacer crecer la economía, luchar contra el cambio climático y estimular un futuro sostenible para el planeta, es invertir en energía limpia y renovable.
Si el sector privado impulsa compromisos para alcanzar a cubrir el 100% de sus necesidades de energía eléctrica mediante fuentes limpias; las instituciones académicas y de investigación superior preparan, educan y forman las competencias de los profesionales del ramo; el sector financiero canaliza adecuadamente los recursos para financiar esta transición; y el gobierno establece las condiciones para dar agilidad en trámites y generar los necesarios incentivos, habrá con toda seguridad avances significativos.
Mérida, es una metrópoli moderna, con raíces fuertes, afianzadas en sus tradiciones, cultura y orígenes, pero que, tomada de la mano de las energías renovables, mira con optimismo hacia el futuro, un futuro luminoso, sostenible, habitable, con oportunidades de desarrollo y bienestar para todos, un futuro con liderazgo auténtico, congruente, visionario y estratégico, un futuro en el que Mérida seguirá siendo, ¡nuestro mayor orgullo!
«La mejor manera de crear nuevos empleos y hacer crecer la economía, luchar contra el cambio climático y estimular un futuro sostenible para el planeta, es invertir en energía limpia y renovable».
Raúl Asís Monforte González
Ingeniero Civil y Maestro en Arquitectura de Paisaje. Presidente del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Energía Renovable y Medio Ambiente A.C.
Email: raul@mienergiamx.com
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