El PMDUM vigente y su proyecto de modificación tienen un gran avance en la incorporación de información actualizada respecto a la situación de las condiciones territoriales y ambientales del municipio, incluyendo infraestructura, servicios, movilidad, equipamiento, vivienda, patrimonio cultural y natural, así como las características socioeconómicas y composición territorial. La riqueza de este documento debe ser el soporte de los programas de centro de población que tanto nos urgen y que estos, a su vez, se actualicen y ratifiquen al principio de cada administración, siendo un programa sectorial del propio Plan Municipal de Desarrollo. Si no logramos lo anterior, este documento se limitará a ser únicamente un magnífico trabajo de investigación y de consulta sobre las características del municipio, pero perderemos la oportunidad de que se convierta en un verdadero instrumento de planeación ejecutiva y efectiva para el ordenamiento territorial, determinando las inversiones y programas de la administración pública, y dirigiendo la inversión privada para lograr encauzar una misma visión del crecimiento urbano, orientada hacia un desarrollo sustentable que mejore la calidad de vida de todos los habitantes del municipio de Mérida.
El siguiente planteamiento no pretende descalificar un valioso documento, sino provocar una reflexión retrospectiva –en especial para algunos que ya peinamos canas– sobre la finalidad y objetivo de este instrumento de planeación, reconociendo que las críticas sobre la conformación dispersa y cada día menos sustentable de la estructura urbano-territorial de nuestro municipio en la actualidad, refleja el resultado de los programas y normativa que nos han regido en los últimos 30 o 40 años.
PRIMER ACTO: Antecedentes y Estrategias.
Lo mismo de siempre
– Diagnósticos críticos de los resultados obtenidos con los programas anteriores.
– Actualización de datos respecto a las características urbano-territoriales descontroladas y desarticuladas a las que hemos llegado: dispersión, baja densidad, segregación de usos, falta de espacios públicos y áreas verdes, déficit de equipamiento y mala calidad de la Infraestructura.
– Planteamientos urbanos “vanguardistas”, urgencia de cambio y objetivos de buenas prácticas urbanas: ciudad compacta, mayor densidad, usos mixtos, incremento de espacios públicos y dotación de áreas verdes, cobertura de equipamiento y aprovechamiento eficiente de la infraestructura. (en los últimos años le hemos sumado términos “innovadores” como sustentabilidad, resiliencia y gobernanza).
La realidad es que seguimos teniendo un documento de lo pasado, en lugar de tener un instrumento para el futuro. No hemos logrado pasar de la actualización de los diagnósticos, criticando los resultados y reinventando el hilo negro. No brincamos a la etapa de la programación de acciones (cuáles, cómo, cuándo y dónde), la definición de correspondencias y, sobre todo, la de asumir responsabilidades para no seguirle cargando todo a los ciudadanos.
SEGUNDO ACTO: Normas e implementación
Lo mismo de siempre
– No se establecen compromisos y programas para la inversión de los recursos públicos en las infraestructuras básicas de todo tipo, ni se implementan mecanismos que orienten las inversiones privadas hacia los objetivos que se pretenden.
– Las autoridades no superan el miedo a los costos políticos que significa el natural rechazo de algunos sectores sociales a los cambios de paradigmas que requiere la ciudad.
– La normatividad planteada para la gestión urbana va en sentido contrario a los objetivos mediante parámetros cuantitativos ridículos para las densidades y los niveles de impacto por superficie de construcción, obstaculiza la densificación, no permite la mixtura de usos y traslada sus obligaciones respecto a la dotación de equipamiento e infraestructura hacia los ciudadanos.
– La autoridad municipal no asume la responsabilidad de autorización de los proyectos que cumplen con lo que se establece en el Programa y en la normativa municipal, obligando al ciudadano a peregrinar por dependencias de los tres niveles de gobierno solicitando “su anuencia” por medio de estudios, factibilidades, y dictámenes discrecionales que, sumados a la afectación en tiempo y costo, cancelan la certeza jurídica que el programa debe garantizar.
– A lo anterior, se suma la generalidad y poca especificidad de la declaratoria de zonas de patrimonio cultural edificado, que cancela la aplicación de toda la normativa establecida, quedando las autorizaciones al criterio discrecional de la autoridad en casi la tercera parte de la superficie de la ciudad de Mérida.
TERCER ACTO: Resultados esperados
Lo mismo de siempre
¿Qué podemos esperar en una evaluación futura para la realización de un nuevo Programa de Desarrollo Urbano? Seguramente aplicaría la siguiente máxima: “Si continuamos haciendo las acciones de siempre seguiremos teniendo los resultados de siempre”
Tal vez sentiríamos un “deja vu” recreando nuevamente el guión teatral de los PDUS como en la película de Bill Murray “El día de la Marmota” en donde al despertar se repite incesantemente el mismo día vivido el día anterior y, así, realizaremos nuevamente el mismo proceso de todos los PDUS anteriores, provocando los mismos resultados de los PDUS previos, se habrá incrementado la problemática diagnosticada de dispersión, baja densidad, segregación de usos, falta de espacios públicos y áreas verdes, déficit de equipamiento y mala calidad de la Infraestructura.
Como reflexión final cabe insistir en la importancia de alinear la normativa y los procesos de gestión, facilitando las acciones establecidas en el propio programa, ya que mientras nos mantengamos restringiendo y sobre regulando hacia la ciudad interior, inevitablemente seguiremos viendo el crecimiento descontrolado de la mancha urbana hacia la ciudad exterior comprometiendo cada día más la precaria viabilidad administrativa de las autoridades municipales hacia la cobertura y calidad de los espacios públicos, equipamientos e infraestructura, indispensables para poder brindar de manera adecuada los servicios que requiere la población en un marco de sustentabilidad, seguridad y desarrollo social.
«Mientras nos mantengamos restringiendo y sobre regulando hacia la ciudad interior, inevitablemente seguiremos viendo el crecimiento descontrolado de la mancha urbana hacia la ciudad exterior».
Ricardo Combaluzier Medina
Arquitecto.
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