El neurourbanismo combina principios de neurociencia, psicología y urbanismo para comprender cómo los estímulos presentes en el espacio público influyen en la percepción, las emociones y el bienestar de las personas. A partir de la metodología de mapas sensoriales de Ana Mombiedro adaptada al contexto urbano, se desarrolló un ejercicio con estudiantes de Arquitectura para identificar, clasificar y proponer mejoras a partir de estímulos urbanos. La experiencia demostró que, incluso en etapas formativas tempranas, es posible fomentar una conciencia crítica y sensorial hacia el entorno, contribuyendo a propuestas de diseño más habitables y humanas.

Marco teórico (síntesis)
La percepción del entorno está determinada por la manera en que los estímulos —visuales, sonoros, táctiles, olfativos y gustativos— son captados por los sentidos e interpretados por el cerebro. La neuroarquitectura estudia cómo el espacio construido afecta las emociones, la cognición y el comportamiento, aplicando principios que favorecen el bienestar y reducen factores negativos como estrés o desorientación.
El neurourbanismo traslada este enfoque a la escala urbana, incorporando conceptos de mapas cognitivos y percepción sensorial. Autores como Kevin Lynch han aportado metodologías para representar mentalmente la ciudad, aunque sin profundizar en la experiencia sensorial completa. El presente trabajo adapta el método de Mombiedro, que registra y valora estímulos según su impacto positivo o negativo, al análisis de recorridos urbanos cortos.

Metodología
Se empleó una investigación preexperimental con estudiantes de segundo semestre de Arquitectura. El objetivo fue que identificaran estímulos urbanos, evaluaran su impacto sensorial y propusieran mejoras de diseño. El proceso constó de seis etapas:

Resultados por etapas:
Etapas 1 y 2
Los estudiantes reconocieron que el tacto está presente en todo el cuerpo, que la luz puede sentirse y que color, textura y vegetación afectan significativamente la percepción. La vegetación, en particular, fue identificada como un estímulo multisensorial (vista, tacto, olfato).
Etapas 3 y 4
Los registros fotográficos mostraron una amplia variedad de estímulos. Las marcas más grandes en las imágenes representaban mayor presencia del estímulo. Algunos estudiantes detectaron con facilidad estímulos sonoros y táctiles, pero les costó más identificar los lumínicos. La simbología libre facilitó la expresión individual, pero generó registros heterogéneos.
Etapa 5
La evaluación con la escala Likert permitió visualizar rápidamente la calidad sensorial de cada recorrido. La exposición grupal fomentó el intercambio de observaciones y sugerencias entre compañeros.
Etapa 6
Las propuestas de mejora incluyeron incorporación de vegetación, mobiliario urbano, mejoras en iluminación y reducción de ruido. Aunque simples, muchas propuestas respondían directamente a estímulos negativos detectados. Algunas intervenciones fueron acompañadas de notas explicativas, evidenciando razonamiento crítico.

Discusión
El ejercicio evidenció que, aun con conocimientos limitados de urbanismo, los estudiantes pueden identificar estímulos y relacionarlos con la habitabilidad. La adaptación del método de Mombiedro al contexto urbano resultó ser útil para vincular teoría y práctica. Se detectaron áreas de mejora:
- Guiar más el registro gráfico para homogeneizar datos y facilitar su interpretación.
- Reforzar en sesiones continuas para evitar pérdida de información entre etapas.
- Ofrecer ejemplos de propuestas de intervención que integren más explícitamente la percepción sensorial.
Conclusiones
- El neurourbanismo es una herramienta eficaz para sensibilizar a estudiantes de arquitectura sobre el impacto sensorial de los entornos urbanos.
- La metodología de mapas sensoriales fomenta la observación crítica y la generación de propuestas basadas en la experiencia.
- El ejercicio desarrolló habilidades de percepción, análisis y creatividad, fortaleciendo el vínculo entre diseño y bienestar urbano.
- Aun con propuestas iniciales y básicas, se logró que los estudiantes consideraran la experiencia sensorial como un factor clave en el diseño urbano.
- Su incorporación temprana en la formación académica puede generar futuros profesionales más conscientes y comprometidos con la calidad sensorial del espacio público.
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