Existen numerosos estudios sobre el desarrollo urbano de Mérida; sobre cómo la ciudad devoró con su crecimiento su reserva territorial o sobre la especulación inmobiliaria. Hacia el final de la primera década del presente siglo, el Fondo Mixto CONACYT–Gobierno del Estado de Yucatán, dedicó una convocatoria para financiar investigaciones sobre los retos ambientales y sociales de la zona Metropolitana de Mérida que incluía entonces 5 municipios (Conkal, Umán, Ucú, Kanasín y Mérida). Esas investigaciones nunca se integraron para implementar acciones coordinadas entre los 5 municipios.
Contaminación de aguas subterráneas y degradación ambiental
Sin embargo, la mayoría de los retos que motivaron el fondo metropolitano del FOMIX, no solo persisten, sino que han ido aumentando en importancia. Por ejemplo, la contaminación de las aguas subterráneas. Ante estos retos, la proliferación de granjas industriales, resultado de un patrón de ocupación territorial que surge hace más de 40 años en áreas rurales de Mérida y 14 municipios aledaños, tiene gran importancia.
Las políticas de fomento a la cría intensiva de aves y cerdos en el estado de Yucatán, a partir de las últimas décadas del siglo pasado, tuvieron su base en:
- La urgencia de alternativas de empleo en la zona henequenera
- Una visión de corto plazo en el fomento a actividades productivas
- La disponibilidad de abundante espacio, agua y mano de obra
- Una regulación ambiental poco restrictiva
- La facilidad de control de enfermedades en las granjas dado el aislamiento peninsular
Como resultado, se produjo un importante incremento de la producción de pollo y huevo entre 1980 y 1990; y de cerdos una década más tarde, crecimiento que aún continúa. Al paso del tiempo, la degradación ambiental provocada por las granjas industriales impactará la calidad de vida de la población, llegando a ser causa de conflictos sociales. Algunos de los cuales ya se ventilan en tribunales (Homún, Kinchil, Sitilpech, etc.).
Indiferencia y falta de espacios para el diálogo
A pesar de esto, prevalece una actitud de indiferencia casi total respecto a la tensión social causada por las granjas industriales. Y, ante todo, una notable falta de espacios de diálogo entre los actores sociales que pudiera conducir a un consenso y a la adopción de instrumentos regulatorios que las partes estén dispuestas a respetar.
Esto ocurre porque la Norma Oficial Mexicana NOM 001 SEMARNAT, que reglamenta las descargas de aguas residuales domésticas y de granjas industriales, se aprobó en 1997, cuando el número de animales rara vez superaba el millar, mientras que actualmente existen granjas de más de 20,000 cerdos.
Aunque la mencionada norma fue actualizada recientemente (DOF 11 marzo 2022) reconociendo las particularidades hidrogeológicas de Yucatán y Quintana Roo –ausencia de aguas superficiales y un sustrato rocoso altamente permeable con muy alto riesgo de contaminación de las aguas subterráneas–, la norma es todavía inadecuada para prevenir la contaminación del manto freático, la única fuente de agua para la población. Mientras se hace énfasis en la prevención de la contaminación del agua exigiendo límites máximos permisibles de contaminantes específicos a las condiciones locales, se omiten las posibles consecuencias sobre suelos y atmósfera, derivados del manejo de grandes volúmenes de excretas de ave o cerdo.
Dado que solamente las granjas porcinas usan agua para desalojar las excretas, solo estas requieren tratar sus aguas residuales. En contraste, las granjas avícolas también contaminan, pero al no usar agua para el acarreo de excretas, están sujetas a una reglamentación ambiental aún más laxa.
El gran impacto ambiental de las granjas industriales
El patrón espacial de la ubicación de las granjas industriales acentúa los impactos ambientales, al concentrarse en los municipios cercanos a Mérida, la zona más poblada del estado y donde existen serias deficiencias en infraestructura para el tratamiento de aguas residuales domésticas, industriales y de servicios.
Para dimensionar el problema, es necesario analizar el desarrollo de las granjas industriales y los retos que implica el manejo de grandes cantidades de excretas. El aumento del número de animales por granja es resultado de avances en los sistemas de manejo y sanidad. Primero en la producción de pollo y huevo a partir de 1960, y posteriormente en la producción de cerdos. Al aumentar el número de animales por granja se logran grandes economías de escala, se reducen los costos, pero con un incremento en la cantidad de excretas generadas en cada granja, lo que dificulta su manejo, disposición y el reciclaje sustentable del nitrógeno, fósforo y potasio.
La forma adecuada para disponer las excretas es aplicándolas a los suelos agrícolas en los que se producen los granos; insumo para la preparación de los alimentos balanceados que consumen aves y cerdos. Esto no es factible en Yucatán, debido a que los suelos son delgados, pedregosos y de escaso potencial productivo. Al no ser aptos para una agricultura intensiva, la materia prima para el alimento (maíz, soya, etc) debe ser importada. Los grandes volúmenes de granos y semillas importados, contienen nutrientes que deberían ser reciclados cuando se disponga de las excretas.
En consecuencia; el actual desarrollo de la ganadería industrial en Yucatán implica un flujo continuo y creciente de nutrientes que son descargados a un medio ambiente con muy baja aptitud de aprovecharlos. Por ejemplo en el caso del nitrógeno, cada tonelada de maíz contiene entre 10 y 14 kg, cada tonelada de soya de 50 a 60 kg, de los cuales más del 50% termina en las excretas. Lo mismo sucede cuando se importan alimentos para la población. Hasta la fecha no se ha evaluado la capacidad de suelos para reciclar o retener los nutrientes contenidos en los desechos y evitar que lleguen al manto freático.
El otro gran impacto que no se ha tomado en cuenta: el social
Desde el punto de vista social, tampoco se ha dado importancia al hecho de que la península es un territorio habitado por pueblos originarios y, en consecuencia, estos deben ser consultados sobre el uso del territorio y agua subterránea.
Aunque la vulnerabilidad del medio a la contaminación ha sido puesta en evidencia por numerosos estudios científicos del sustrato geológico y la susceptibilidad del manto a la contaminación, estos trabajos no han incidido en la toma de decisiones para ordenar el desarrollo de la ganadería industrial sobre el territorio yucateco.
Manifiestos de Impacto Ambiental: vacíos legales.
Prevalece un sesgo en la regulación de descargas de aguas residuales, ignorando establecer directivas tendientes a regular el manejo que requieren los residuos sólidos derivados del manejo de la excreta de granjas industriales. Aspecto en el que existen grandes vacíos legales. Basta revisar las manifestaciones de impacto ambiental (MIA) para constatarlo. En estos documentos se enumeran y califican los impactos ambientales previstos durante el periodo de construcción y operación de la granja y se proponen medidas de mitigación.
En general, en los estudios de impacto ambiental solo se hace referencia a los residuos sólidos de tipo doméstico y sanitario generados por los trabajadores de las granjas, no hay mención del manejo de los sólidos derivados de las excretas, pues de forma muy general se menciona que son biodegradables y pueden ser liberados sin consecuencias al ambiente.
Por otro lado, las MIAs, evalúan los impactos de cada granja por separado, con esto se omiten las consecuencias acumulativas sobre el medio ambiente de la concentración de granjas a nivel regional, en especial en los municipios que rodean a Mérida, la zona más poblada del estado y con el mayor crecimiento urbano.
El nitrógeno excretado por la ganadería industrial en Mérida y sus 14 municipios aledaños, equivale al nitrógeno excretado por una población de 2.5 millones de personas, es decir, 1.87 veces la población censada en el 2020.
Esto implica que Mérida y sus municipios colindantes generan la misma cantidad de nitrógeno que una población de 3,889,992 habitantes, en una región que carece casi por completo de sistemas de tratamiento de aguas residuales, cuya única fuente de agua es un manto ya altamente contaminado y que es escenario de un crecimiento urbano acelerado y desordenado. Se aprecia que los desarrollos residenciales en los municipios al norte de Mérida se acercan cada vez más a las granjas industriales.
La alta concentración de granjas industriales y un acelerado y desordenado desarrollo inmobiliario en la zona metropolitana de Mérida explican el creciente número de conflictos socioambientales que atentan al bien común.
«La Norma Oficial Mexicana NOM 001 SEMARNAT, que reglamenta las descargas de aguas residuales domésticas y de granjas industriales, se aprobó en 1997, cuando el número de animales rara vez superaba el millar, mientras que actualmente existen granjas de más de 20,000 cerdos».