Entrevista al arquitecto Augusto Quijano
Así comenzó mi historia: haciendo proyectos vinculados a lo social
El arquitecto Augusto Quijano lleva 45 años trabajando en Mérida, desde 1979. “Abrí la oficina un lunes 3 de septiembre y comenzamos desarrollando planos para casas de interés social en diferentes lugares y pueblos de Yucatán —recuerda—. Hacíamos el levantamiento del terreno y desarrollábamos pequeñas casas, de una, dos, tres recámaras. El modelo ya venía definido por el Infonavit, pero intentábamos hacer los cambios posibles para mejorar la vivienda, algo que me ha interesado desde siempre, el trabajar con la comunidad”.
En esos primeros años, el despacho se llamaba “Domínguez y Quijano Arquitectos”, en sociedad con el arquitecto Alejandro Domínguez. Además de los proyectos en las comunidades, desarrollaron cerca de 250 proyectos de mayor alcance en Mérida, como el Hotel Los Aluxes en 1980, el Salón de Eventos del Club Campestre en 1981 y la Universidad del Mayab entre 1982 y 1984.
“Con apenas 26 años, la vida me llevó a diseñar la Universidad del Mayab, y posteriormente iniciamos a participar en diferentes concursos, pero nunca dejamos los proyectos de interés social, buscando siempre mejorar el concepto de la casa”.
El tema social es algo que ha sido siempre interés de Quijano, quien lo ha reflejado en sus más de cuatro décadas como profesor universitario. “Di clases por 43 años, 17 en la UADY y 24 en la Marista, y aunque ahora estoy en un pequeño descanso, es muy probable que regrese a las aulas. En los últimos años, impartía talleres sobre vivienda, y siempre abordábamos el tema de la vivienda de escasos recursos, vivienda progresiva y desarrollo urbano con modelos sociales. Considero que la vivienda es uno de los temas más difíciles que hay y es algo que siempre me ha interesado mucho”.
Un mundo mejor a través de la arquitectura
Lo más importante que tiene el arquitecto en cualquier área que trabaje —explica Quijano—, es pensar que tu edificio tiene que aportar algo a quienes lo habiten o usen. Hay que hacer que vivan mejor. “Nuestra generación, la que teníamos cerca de 20 años en los 70, era una generación idealista… y lo sigue siendo. Realmente creíamos que podíamos salvar el mundo por medio de la arquitectura, hacer un mundo mejor”.
“La arquitectura trajo grandes cosas —explica—, cómo los desarrollos del arquitecto Le Corbusier, con edificios en barrios que lo tienen todo: comercios, restaurantes, jardines de niños, espacios de recreación y, desde luego, una vivienda con una calidad que, hoy en día, después de 50 años, son unidades muy cotizadas”.
Sin embargo —reconoce—, muchas situaciones de los problemas sociales no fueron resueltos por la arquitectura, incluso se agravaron en algunos casos. “No sólo en nuestro continente, también en el europeo o en los países comunistas, se hicieron grandes bloques masivos de decenas de pisos, igualitos todos, con la gente viviendo ahí en hacinamiento, sin calidad de vida. Eran estacionamientos de casas, como les decíamos en los 80”.
Los programas sociales, ¿quién vive mejor?
“Hoy el sector de la vivienda se rige por herramientas de crédito y financieras, y no tanto por la búsqueda de una vida más digna para la población de escasos recursos. Hay una crisis, no porque no se hagan los desarrollos, sino porque el modelo proyecta las mismas viviendas, lo mismo en Hunucmá que en Tabasco, Cholul o Puebla, sin tomar en cuenta el clima, la humedad, y los factores de la región”.
“Recuerdo un caso en Hunucmá, donde, en una zona al norte, te encuentras con siete casas del Infonavit, pegadas una contra la otra, sin patio posterior, de una planta, en el terreno mínimo posible, y donde tienes que hacer tu tendido de ropa al frente de la casa porque no hay otro espacio… mientras que enfrente te puedes encontrar con un solar de 40 x 40, con una casa de paja, llena de árboles y vegetación. Entonces la pregunta es: ¿quién vive mejor? Ahí es donde vemos algunas de las incongruencias de los programas”.
“Debemos de revolucionar la arquitectura. Dejar de hacer siempre lo mismo y dar un paso para adelante; no podemos tener las mismas casas de interés social ahora que hace 30 años”.
Mejoramiento de espacios públicos: 7 proyectos desarrollados en Yucatán
En el año 2022, a través del Programa de Mejoramiento de Espacios Públicos de la SEDATU, se invirtieron 104 millones de pesos en 7 obras en Yucatán, con más de 70 mil beneficiarios. Para ello, el arquitecto Quijano realizó los proyectos que dieron vida a las obras, desarrollando dos Centros de Desarrollo Comunitarios, uno en el Parque El Papa y otro en Susulá y Xoclán; un Centro de Educación y vivero interactivo en el fraccionamiento Mulsay; así como la renovación de la biblioteca y el Parque Cantaritos en Zazil-Ha.
“Acepté esta encomienda porque vi que era algo que iba a ser muy útil, eran obras que iban a llegar realmente a la gente. Además, nos daban libertad de propuesta para los 7 proyectos, aunque teníamos solo 4 meses para generar las ideas y entregar, incluso, a nivel ejecutivo con costos”.
“Nuestra propuesta era un sistema que nos permitía ir rápido, pero de manera estratégica. Partimos de un modelo de 6.30 por 6.30 —lo que te permite un buen claro con 10 hileras de viguetas—, armado con 4 columnas de 60 por 60, construyendo la cimbra con block, que quedaba como parte del edificio. Esto nos permite un ahorro muy fuerte en el uso de los materiales, pues lo diseñamos para poder construirlo de manera modular, aunque le dimos a cada proyecto sus características propias.
El módulo de 6.30 nos permitía, por ejemplo, dividirlo en dos privados, o en dos módulos de baños, dos oficinas, etc. Podíamos jugar con muchas posibilidades, lo cual era de gran ayuda, porque de los siete proyectos, uno tenía una biblioteca, otro tenía un laboratorio para plantas, otro un comedor comunitario. Esta estrategia nos dio la versatilidad para poder desarrollar todos los proyectos, y construir una serie de espacios cubiertos, como si fueran galerías o pórticos, que son en realidad parques lineales para la gente, que enlazan las diferentes áreas y actividades de los desarrollos, pero permitiendo que los niños jueguen, los jóvenes hagan deporte, o que la gente pasee bajo sombra en el día y con iluminación en la noche”.
“Teníamos un presupuesto fijo para las obras, pero al usar este modelo, propiciamos que en algunos de los proyectos hubiera economías, que sirvieron para mejorar el entorno urbano, con banquetas, calles e intervenciones en las colonias”.
«En el año 2022, a través del Programa de Mejoramiento de Espacios Públicos de la SEDATU, se invirtieron 104 millones de pesos en 7 obras en Yucatán, con más de 70 mil beneficiarios. Para ello, el arquitecto Quijano realizó los proyectos que dieron vida a las obras, desarrollando dos Centros de Desarrollo Comunitarios, uno en el Parque El Papa y otro en Susulá y Xoclán; un Centro de Educación y vivero interactivo en el fraccionamiento Mulsay; así como la renovación de la biblioteca y el Parque Cantaritos en Zazil-Ha».
La arquitectura sirve para usarse, no para verse
“Para mí, fue una gran experiencia, haciendo cosas que realmente sirvan para la gente. Por desgracia, los arquitectos a veces pensamos que toda obra tiene que ser una obra maestra, cuando quizá la maestría está en que la gente use los espacios. En estas obras ha sucedido eso, los vecinos se han apropiado de los espacios; he pasado en ocasiones por las obras y están llenas de vida, usando las canchas, tomando cursos, paseando en los andadores, usando los pórticos de sombra”.
“La arquitectura sirve para usarse, no para verse. Debemos de hacer lo justo, lo que realmente necesita la comunidad. Para mí, el reto más grande que tiene hoy en día el espacio público es lograr que la gente se apropie de él, que lo adopte, lo cuide, lo quiera”.