Humanización del espacio público

Durante el evento Yucatán Pedalea, foro realizado en el marco del Smart City Expo LATAM Congress, en junio de 2022 (Ver imagen 1), tuvimos la oportunidad de reflexionar en torno a los principios para fundamentar la justicia de la movilidad urbana en nuestras ciudades latinoamericanas (LATAM). Hablamos de procesos pedagógicos con el habitar de las personas, también, de la visibilización y concientización de la necesidad de realizar cambios de paradigma, que nos lleven de manera local y óptima a realizar acciones que promuevan y resguarden la vida.

Cinco principios fundamentales para transitar a la sustentabilidad

Durante la conversación ubicamos cinco principios fundamentales, que representan las bases de las políticas públicas para transitar en Mérida hacia la sustentabilidad, la sostenibilidad y la resiliencia en el tiempo. Estos principios los hemos compartido con gobiernos y universidades alrededor de LATAM, en países como Chile, Perú, Colombia y México.

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Imagen 1. Panel “Justicia de la movilidad urbana”. Fuente: Cicloturixes desde la w.w.w.: https://twitter.com/turixes/status/1534672317292371969/photo/1

Principio 1: Distribuir el Espacio

¿Cuál es tu primer pensamiento cuando hablamos de la calle?
Intrínseca y tristemente, es posible que pienses en autos moviéndose a gran velocidad o en mucho tráfico/taco/trancón; sin embargo, la vocación del espacio público (calles, parques, plazas, etc.) es dotarnos de servicios comunitarios, por ejemplo, tener acceso a nuestros alimentos, movernos para estudiar, trabajar, socializar y hacer amigos, dotarnos de agua, aire puro y fresco, electricidad, entre otros.

Cuando hablamos de infraestructura, debemos hablar del desarrollo de ciudades más inclusivas y diversas; ciudades diseñadas para, por y con la niñez, la adolescencia, la juventud, las personas mayores y las personas con movilidad asistida, que toda la ciudadanía pueda disfrutar al salir de su casa sin mayores complicaciones al relacionarse con el espacio público; ciudades donde transiten de forma autónoma; ciudades donde se comparta el espacio con la vida y sea distribuido de manera equitativa, ciudades en las que seamos capaces de incluir, valorar y respetar al ambiente que nos brinda agua limpia, aire fresco, sombra natural y suelo vivo (Ver imagen 2).

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Imagen 2. Triángulo de la movilidad aplicado al espacio público. Fuente: Creación propia Bicistema

Principio 2: Disminuir la velocidad y el uso del automotor 

Hemos crecido en ciudades para los autos, pensando que son las ciudades que queremos. Si nos preguntamos ¿cuál es la ciudad que queremos?, seguramente vendrían a nuestra mente las ideas anteriores. Sin embargo, el sector vehicular ha crecido desproporcionadamente. Según el OMSM, en la Zona Metropolitana de Mérida el parque vehicular incrementó 4 veces en los últimos 20 años, y su población tan sólo 1.5 veces(1), utilizando exageradamente los combustibles fósiles, llevándonos a horas pico de tráfico insoportable (insostenible), triplicando nuestros tiempos de viaje y causando siniestros viales que podríamos evitar.

Es necesario entender algunos principios como: más lento es más rápido(2) y es necesario el uso dosificado y justificado del automotor como lo es también movernos caminando y en bicicleta (Ver imagen 3).

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Imagen 3. Calles Mágicas. Chignahuapan, Puebla, México. Fuente: Jorge Tunales. Revisada desde la w.w.w.: https://www.bicistema.com/portfolio/magical-streets-mexico/

Principio 3: Compartir la calle

La calle conforma un espacio público donde todas las personas tienen derecho a movilizarse, debemos procurar diseñarla para, por y con todas las personas. Si queremos ciudades habitables y vivibles, debemos escuchar activamente, diseñar participativamente, integrar a todas las partes involucradas y ajustar conscientemente todas aquellas necesidades de quienes habitan la calle.

Las necesidades primarias deben tener especial atención en las personas que caminan, en la infancia, en la vejez, en personas con movilidad asistida o dedicadas al cuidado (considerando que todas las personas caminamos en algún momento del día, siendo el modo más eficiente y eficaz de movilidad y a su vez el más vulnerable) y las personas que utilizan la bicicleta. Las necesidades secundarias radican en la movilidad del transporte público de grandes grupos de personas y la movilidad de servicios, agua, alimentos, gas, etc. Las necesidades terciarias son aquellas que surgen del auto motorizado privado que con regularidad resultan en menor eficiencia y eficacia durante su producción, su uso y su posconsumo (Ver imagen 4).

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Imagen 4. Pirámide de la movilidad invertida. Fuente: Creación propia Bicistema. 

Principio 4: Incluir el cuidado

Nuestro esquema de movilidad actual en LATAM responde en gran medida a un modelo de “desarrollo” capitalista y extractivista, de tal forma que el esquema físico es un modelo de calles para los vehículos motorizados que trasladan personas de “Punto A al Punto B”, de la casa al trabajo, del trabajo a la casa. Entonces, ¿dónde quedan las calles en las que podemos convivir como seres humanos?

Para darnos cuenta es necesario preguntarnos, ¿cuántas de nuestras actividades cotidianas tienen que ver con el cuidado? Desde preparar los alimentos, bañarnos, tomar agua, hasta trasladarnos al médico o tener espacios de ocio, ¿cuántas de estas actividades están previstas en el diseño de nuestras ciudades y nos ayudan a ser independientes para realizarlas? Todos estamos siendo cuidados o cuidamos (Ver imagen 5). 

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Imagen 5. Movilidad asistida en el espacio público. Carrera 5, Bogotá, Colombia (2022). Fuente: Laura Rojas Bicistema 

Principio 5: Diseñar con amor

No es más que “Reconocer al otro como legítimo otro (humano u otra especie) en la cercanía de la convivencia como si fuera uno mismo” filosofía del doctor en Biología Humberto Maturana de la Universidad de Harvard(3), que expone el amor como emoción fundamental para el reconocimiento de la vida. Reconocer tiene que ver con dar su lugar a la otra persona, no solo decir que la veo, sino respetarla.

Si reconocemos las interacciones de nuestras actividades en las ciudades bajo las necesidades primarias, secundarias y terciarias, daríamos especial atención a aquellas que tienen que ver con el cuidado, lo que nos llevaría a priorizar las calles compartidas y completas que protejan la movilidad activa (caminar y andar en bicicleta) y que consideren el manejo biológico de los recursos que nos dan vida (el agua saneada y el aire puro), espacios de vegetación generadores de aire puro, hasta purificadores naturales de nuestros reservorios de agua.

Nuestras calles no solo tienen que ver con movernos, también ¿para qué y por qué nos movemos? ¿Cuáles servicios socio-ambientales y económicos nos llegan a través de ellas? (Ver imagen 6).

Este texto no pretende llegar a una sola conclusión, sino abrir la conversación para generar nuevas preguntas y reflexionar sobre paradigmas que al día de hoy es preciso evaluar.  

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Imagen 6. Barrio Bajo Andes, Manizales, Colombia (2022). Fuente: Bicistema

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«Cuando hablamos de infraestructura, debemos hablar del desarrollo de ciudades más inclusivas y diversas; ciudades diseñadas para, por y con la niñez, la adolescencia, la juventud, las personas mayores y las personas con movilidad asistida».

(1) Observatorio de Movilidad Sostenible de Mérida (OMSM). La jornada Maya. Parque vehicular en Mérida incrementó cuatro veces en los últimos 20 años. Revisado desde la w.w.w.: https://www.lajornadamaya.mx/yucatan/187574/parque-vehicular-en-merida-incremento-cuatro-veces-en-los-ultimos-20-anos#:~:text=En%202020%2C%20tan%20solo%20el,m%C3%A1s%20de%20940%20por%20ciento.

(2) Carlos Gershenson. Cuando lento es más rápido. Revisado desde: https://www.youtube.com/watch?v=C3-aQlTVOTw

(3) Humberto Maturana y Ximena Dávila. “Historia de nuestro vivir cotidiano”, 2019.

Laura Rojas y Noemí Loría

Bicistema
Somos una oficina de arquitectura y urbanismo enfocada en el diseño y la planificación de proyectos para la movilidad activa y el ciclismo urbano.

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