
A todos nos gusta que haya saldo positivo en los balances, siempre que sea posible, por supuesto. Pero si bien es cierto que existen circunstancias que facilitan o dificultan que eso pueda lograrse, casi siempre depende de nosotros mismos el aprovechar las oportunidades y superar los obstáculos. En nuestros negocios, queremos un estado de resultados con utilidades y un saldo positivo en el flujo de efectivo, en nuestras relaciones, aspiramos a gozar de una mayor cantidad de momentos felices que padecer los tristes, en las organizaciones a las que nos afiliamos, esperamos recibir servicios cuyo valor supere lo que pagamos como membresía, es algo natural en el ser humano.
En este sentido, no solo es válido sino obligatorio perseguir un saldo positivo en el balance de naturaleza que existe en nuestro entorno, pero esto implica un verdadero salto disruptivo en el paradigma de cómo nos relacionamos las naciones, los gobiernos, las empresas, los inversionistas y los consumidores, con la naturaleza. Durante muchos años y aún hoy, el mantra que nos vienen repitiendo los líderes que han comprendido la importancia de cuidar el medio ambiente, es: aminoremos el impacto, reduzcamos nuestra huella, aligeremos los riesgos, hagamos menos daño.
Hoy es imperativo cambiar radicalmente esta visión, y ponernos a generar un saldo positivo de naturaleza, y esto lo haremos si vamos más allá de limitar los daños. Las actividades económicas deben no solamente minimizar el impacto que causan, sino mejorar los ecosistemas en los que se realiza la actividad. Cuando adoptamos un enfoque de balance positivo de naturaleza, trabajamos por enriquecer la biodiversidad, capturar carbono, purificar el agua después de utilizarla y antes de devolverla a la naturaleza, eliminar o reducir las amenazas a la salud humana. De esta manera, estaremos incrementando y mejorando la resiliencia de nuestro planeta y de las sociedades que lo habitamos.
Esta es una idea disruptiva que nos obliga a re plantear el lugar que ocupamos en el mundo, es un destino para la humanidad, son los cimientos para una buena gobernanza, la estabilidad de largo plazo de las sociedades y de las economías saludables, es una filosofía que valora el futuro que nos es común a todos los humanos, y es también un nuevo modelo de negocios basado en la regeneración, la resiliencia y la economía circular, no en la destrucción y la contaminación. No se trata de un sueño que alguien más hará realidad varias generaciones más adelante, sino que es un objetivo que tenemos que imponernos para esta misma década.
El objetivo de saldo positivo de naturaleza, se complementa con el de neutralidad de emisiones, ya que éste último por sí solo, no es suficiente para limitar el incremento de la temperatura global por debajo de los 1.5 grados Celsius. Simultáneamente a la reducción de emisiones, necesitamos salvaguardar los sumideros de carbono.
Y esto solamente lo alcanzaremos mediante el ejercicio de un auténtico movimiento de liderazgo global que ya no solo es necesario, sino obligatorio y urgente.

Raúl Asís Monforte González
Ingeniero Civil y Maestro en Arquitectura de Paisaje. Presidente del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Energía Renovable y Medio Ambiente A.C.
Email: raul@mienergiamx.com
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